Gerardo Zamora atacó a la abogada Florencia Arietto en Twitter por recordarle el escándalo de Abigail, la niña que fue impedida de regresar a su casa en Termas de Río Hondo en el control limítrofe, cuando regresaba de realizarse un tratamiento en Tucumán.
En ese episodio, su padre la cargó en brazos y desoyendo las amenazas del policía avanzó, después de permanecer retenidos un largo rato y cuando su hija lloraba por las moscas que la cubrían.
Ese hecho escandalizó a todo el país, porque fue uno de los tantos abusos policiales durante la cuarentena impuestos por decisión política del gobernador, con la ejecución del secretario de Seguridad Marcelo Patto y su jefe de policía Roger Coronel.
“A donde vayas te perseguirá la memoria y el recuerdo de Abigail, @GZamoraSDE infame”, twiteó Arietto.
Como ocurre cada vez con mayor frecuencia, el propio gobernador salió a contestar en esa red: “Me acompañarán siempre todos mis recuerdos con ella, su cariño y el de sus padres, unos seres maravillosos con los cuales siempre estoy y muchas cosas que ni idea tienes…a Larreta y Macri seguro que Favaloro muerto y 44 submarinistas con los fliares espiados respectivamente, Sra”.
La respuesta la escribió a las 10.17 del 25 de mayo, es decir cuando acababa de salir del solemne tedeum en la catedral. Pero ni la homilía caló en su tolerancia: aprovechó para descargar a continuación su planteo sobre una Corte Suprema de Justicia de la Nación federal y contra el centralismo porteño.
Como es habitual, eludió la cuestión central y apeló al remanido discurso de unitarios versus federales, que a escala provincial tampoco honra puesto que el gobierno centraliza los recursos enviados a los municipios, de acuerdo a su grado de simpatía. Algunos intendentes mascullan por lo bajo que ni siquiera se recategoriza sus municipios, lo que implica menos fondos.
Esta intervención de Zamora con un hilo de reproches donde mezcló el ARA San Juan, la Corte, los subsidios al transporte y a la electricidad y hasta René Favaloro, movilizó a sus huestes.
La intervención del gobernador -que ya había salido a retar a un actor local- desató un enjambre de comentarios de sus funcionarios, militantes y trolls -impregnados de obsecuencia y con tergiversación de los hechos-, lo que ya forma parte de un modus operandi para aplastar cualquier crítica.
Marta Tarchini, responsable de Atención Primaria de la Salud, afirmó con temeridad que “los santiagueños sabemos que jamás nuestro gobernador desampara a ningún ciudadano”. Valga recordar que numerosos santiagueños –entre ellos niños- sufrieron múltiples inconvenientes para trasladarse por motivos de salud por las trabas y sanciones impuestas por la policía.
En uno de los casos, la madre de una niña que debía trasladarla al Garrahan con riesgo de perder su turno por una enfermedad grave debió hacer público su reclamo para que se le facilitara el traslado. En Ojo de Agua una joven de Córdoba también denunció que se le impidió ingresar para despedirse de su padre agonizante en el hospital. Y hay muchos otros casos donde se postergaron tratamientos, pese a que los decretos nacionales advertían que las restricciones no debían afectar cuestiones de salud.
El subsecretario de Turismo, Nelson Bravo, defensor oficial de redes, recordó con mala memoria que “la familia de Abigail pidió que no se use su nombre para uso político”.
Lo que el desmemoriado funcionario cita se dijo para todos los que intentaron hacer política con la niña. Por empezar, el propio gobernador que recién apareció compungido por su caso cuando el escándalo se nacionalizó. También él y su esposa fueron al Cepsi a esperarla, con fotografías que ordenaron publicar, cuando pusieron a disposición su jet para trasladarla hacia el hospital Austral, donde sin embargo no le dieron esperanzas.
El diputado Lelio Manzanares también se sumó al sostener que “lamentable que siempre se quiera utilizar el dolor y el odio para hacer política”. El legislador parece no haberse enterado que su propio gobernador fue a visitar a Abigail en su casa para calmar el reproche nacional, que colocó a la provincia a la altura de la Formosa de Gildo Insfrán. Tampoco parece saber del dolor de los reprimidos o muertos bajo custodia o en intervenciones represivas de la policía, como Mauro Coronel (para quien la fiscal Erika Leguizamón pidió que se investiguen torturas), Franco Isorni, o Francisco Mendoza y Clara González, cuyas investigaciones se resiste a profundizar la justicia.
Quien también se sumó al ataque fue el propio intendente de Termas, Jorge Mukdise, quien repitió los argumentos, sin recordar que una famosa “tía del corazón” de Abigail, a la postre puntera suya, se atribuyó hablar en nombre de la familia para defender al gobernador. Algo que sin dudas configura una indecente manipulación política. También cabe recordar que la niña y sus padres se habían trasladado a Tucumán (una constante para quienes no encuentran respuestas en el sistema de salud local) en un vehículo de la comuna, sin que se les facilitara el libre tránsito.
Abigail falleció después del calvario al que fue sometida y pese a que el gobierno intentó desesperadamente ocuparse de ella, cuando arreció la indignación en todo el país, pero ya era demasiado tarde. Todo este contexto fue desplazado y mezclado con una cortina de humo para eludir lo que ocurrió en la provincia. Como sintetizaron el usuario Ramón Luis Quiro2 “es el caso que se conoce, pero en toda la provincia ocurrió una represión muy fuerte”, o Max Jago3 “sí, la cuidaron después de torturarla”.
Fuente: El Termeño
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