El arquitecto egipcio vuelve a crear para consolidar así el eterno ciclo de la pobreza en Santiago del Estero. Uno que le asegura mantener a resguardo círculo tortuoso, que a la postre aceite el mecanismo de la perpetuación en el poder o mejor dicho, «EN LA SUMA AGRAVADA DEL PODER».
Las obras monumentales no son malas en sí mismas, son perversas cuando hablamos de la provincia más menesterosa e indigente del país. Las obras monumentales son bienvenidas cuándo se han cubierto las necesidades básicas, como alimento, agua, luz, salud y establecimientos educativos.
Pero cuándo se ejecutan para ser vistos en el mundo sin fijarse en los coterráneos se tornan tan ruines cómo la envergadura que poseen. Por todo ello y mucho más alguien debería explicarle a este alterado: “ES LA POBREZA, ESTÚPIDO”.
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