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Santiago, interior y olvido: Crónica desde adentro

Pese a que tiene la rúbrica y sello de Zamora, la escuela del Quebracho nunca tuvo luz, tampoco su pueblo. A 200 años de la independencia que se cumplieron, la humilde Escuela Nº 151 del Quebracho en el Dpto Río Hondo; nunca conoció la luz eléctrica.

Corresponsalía de Termas

Pese a que tiene la rúbrica y sello de Zamora, la escuela del Quebracho nunca tuvo luz ni tampoco su pueblo. Se cumplieron  200 años de la independencia y la humilde Escuela Nº 151 del Quebracho en el Dpto Río Hondo nunca conoció la electricidad.

El Quebracho, ubicado dentro del departamento Río Hondo entre medio de Capital y Termas,»es un paraje que alguna vez soñó con ser un pueblo con aspiraciones», pero para crecer debió necesitar de la energía eléctrica pero ese apogeo pero  nunca llegó.

Una vecina de allí que vive en un rancho a tres cuadras de la escuela unida a la misma por un sendero arenoso nos contó , lo difícil que se hace la vivir en pleno siglo XXI sin luz. Ni imaginarse lo que debe ser un verano allí.

La ruta 9 por su longitud no tan sólo une Latinoamérica sino la capital santiagueña con Termas, pero en el medio de este trecho hay una lúgubre yesera, a su costado un enripiado que te lleva hasta allí y una rueda de tractor a los kilómetros que con garabatos sombríos dice “El Quebracho”.

Última Hora tuvo acceso a la nota de pedido que hizo la escuela Nº 151 «San José de Calasanz» la que nunca fue contestada por el gobierno, pese a que tiene firma de puño y letra con sello aclaratorio del senador Gerardo Zamora, hoy ex gobernador.

San José de Calasanz es patrono de los pobres, pero ahí, y en ese momento parecía ser un enemigo de esos alumnos y del maestro (personal único) que asisten todos los días.

Su población es de 16 alumnos y con un presupuesto mensual de $2.400. Increíble pero cierto, con ese importe el maestro y una vecina de la zona hacen malabares para poder darles de comer a estos chicos que con suerte y en el mejor de los casos todos los días ligan, con una receta estricta y recurrente, guiso de arroz y en el peor, los changuitos comen tres veces por semana, ojo con faltar porque nadie te guarda lo que no te llevas puesto a tu casa.

La enseñanza sólo es de nivel primario y la mayoría de los chicos suele abandonar. El protector de los pobres al que mencionamos anteriormente, puede tener las mejores intenciones pero se sabe encontrar en el camino con maulas que le impiden cumplir con su trabajo.

La principal causa de deserción escolar es la economía del lugar, ya que desde pequeños deben emigrar en busca de trabajo a la cosecha o dedicarse a la leña para ayudar a su familia. Otra cuestión tiene que ver con la distancia, porque la escuela no cuenta con secundario y para cursarlo deben ir a «Pocitos» o a «La Puerta». En caso que vayan en moto, a ellos se le hace difícil el costo del traslado. Aquí todo es lejos, caro, difícil.

El tendido hace pocos años empezó a pasar a 2 km de la escuela y del paraje, es como si a una persona que necesita oxígeno le arrimaran la máscara a veinte centímetros, esta cerca pero no salva. “Pasa por el enripiado pero para acá maimanta”, dice doña Norma, pobladora de toda la vida del lugar ¿como sera haber vivido toda la vida sin luz?.

“La escuela tenía paneles solares pero fueron robados todos por la misma gente de aquí ante la necesidad de tener luz o algo fresco para tomar en pleno verano”, disparó con total angustia el maestro rural que desde hace años viene reclamando el acceso y el derecho a tener energia, algo que nunca tuvieron ni conocen por los menos sus alumnos. “En invierno a la mañana bien temprano hay veces que no nos vemos las caras porque está nublado porque amanece medio tarde o porque nos hace mucho frío, no es nada fácil trabajar aquí. Uno se da vuelta como puede”, reflexionó.

“Ahora ciertamente estamos en este sector nuevo que nos hicieron, porque antes enseñaba en esas piecitas de al lado, pero de qué nos sirvió que nos entregasen la obra si nos dieron sin luz. Como será que ni fue inaugurada la escuela, ni el apunte que nos llevaron. Cuando vimos que la empresa ya la había terminado, al ver que nadie venía a inaugurar la obra, el mismo inspector de obra nos dijo que entremos al nuevo edificio” , agregó. “Y bueno, así de a poco fuimos trasladándolos a la escuelita nueva, después se cansaron de robar lo poco que había, igual no había mucho, si ni siquiera luz tenemos”, ironizó el educador.

Las escuelas rurales están aisladas, con graves problemas edilicios y más cerca de parecerse a un comedor que a un lugar para impartir educación a los futuros hombres del pueblo. Y ellos, los maestros, se sienten cada vez más impotentes ante la pobreza que crece sin pausa pero con prisa, porque hacen de cocineros, psicólogos, médicos y enfermeros, hasta a veces de papás temporales.

Las escuelas rancho simbolizan el pasado, pero también el presente el olvido y desatención hacia la población rural. Pero hacer una escuela moderna y sin luz a la par del rancho, simboliza el desinterés y la corrupción de un Estado que pide a gritos que lo salven.

Sin embargo, existen recursos económicos suficientes para transformarlas en centros comunitarios educativos, en espacios abiertos para que niños, jóvenes y también adultos puedan adquirir las herramientas fundamentales para su desarrollo a futuro.

Un refrán de los pedagogos dice que “todos tenemos los mismos derechos pero no las mismas oportunidades”.

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