Tras conocerse el agravamiento del estado de salud de la pequeña, el gobierno provincial salió apresuradamente a polemizar sobre el caso, utilizando a la familia y a la prensa oficialista para cargar las tintas contra el policía del puesto de control y así desligarse de la responsabilidad por las medidas que impidieron su ingreso a territorio santiagueño. Mientras tanto, el Ministro que echó la culpa y trató de mentirosos a los padres, sigue firme en su cargo.
Este jueves se supo que la salud de Abigail Jiménez desmejoró y que su cuadro sería irreversible. Había sido internada en el Cepsi, pero, por decisión de sus papás, regresó a su casa para recibir allí los cuidados paliativos.
Conocida esta triste situación, el gobierno santiagueño salió rápidamente a reinstalar el tema en los medios locales, insistiendo con la responsabilidad individual del efectivo policial que, a mediados de noviembre, y en cumplimiento de los decretos del gobernador y las órdenes emanadas del Comité de Emergencia, impidió al ingreso de la familia Jiménez a territorio santiagueño.
Lejos quedó el mea culpa que, tardíamente y en medio de una oleada de críticas, realizó el gobernador Zamora el 21 de noviembre pasado, haciéndose responsable de lo sucedido en el límite entre Santiago y Tucumán.
Lejos también quedaron las vergonzosas declaraciones del Ministro de Gobierno, Marcelo Barbur, que en un reportaje en vivo con el canal Todo Noticias, acusó de mentirosos a los padres, afirmando que Diego Jiménez no había caminado 5 kilómetros ni aguardado 2 horas en el puesto de control.
O el deleznable intento de amortiguar el profundo impacto político de la noticia, con una fotografía del matrimonio gobernante montada en el hospital de niños cuando Abigail acababa de ser internada.
A la luz de las últimas publicaciones de la prensa zamorista, todo el peso de la responsabilidad por lo sucedido recaerá en el cabo Williams Sosa, que más allá de carecer de sentido común a la hora de ejecutar las decisiones de las autoridades, no hizo más que cumplir a rajatabla el mandato de sus superiores.
Pésima tentantiva de borrar con el codo lo que se escribió con la mano, subestimando la capacidad del pueblo santiagueño de recordar los atropellos, las arbitrariedades y la violencia inusitada perpetrada desde el Estado contra sus propios ciudadanos a lo largo de esta extensa cuarentena.
Dios y la historia los juzgará.
Tras conocerse el agravamiento del estado de salud de la pequeña, el gobierno provincial salió apresuradamente a polemizar sobre el caso, utilizando a la familia y a la prensa oficialista para cargar las tintas contra el policía del puesto de control y así desligarse de la responsabilidad por las medidas que impidieron su ingreso a territorio santiagueño. Mientras tanto, el Ministro que echó la culpa y trató de mentirosos a los padres, sigue firme en su cargo.
Este jueves se supo que la salud de Abigail Jiménez desmejoró y que su cuadro sería irreversible. Había sido internada en el Cepsi, pero, por decisión de sus papás, regresó a su casa para recibir allí los cuidados paliativos.
Conocida esta triste situación, el gobierno santiagueño salió rápidamente a reinstalar el tema en los medios locales, insistiendo con la responsabilidad individual del efectivo policial que, a mediados de noviembre, y en cumplimiento de los decretos del gobernador y las órdenes emanadas del Comité de Emergencia, impidió al ingreso de la familia Jiménez a territorio santiagueño.
Lejos quedó el mea culpa que, tardíamente y en medio de una oleada de críticas, realizó el gobernador Zamora el 21 de noviembre pasado, haciéndose responsable de lo sucedido en el límite entre Santiago y Tucumán.
Lejos también quedaron las vergonzosas declaraciones del Ministro de Gobierno, Marcelo Barbur, que en un reportaje en vivo con el canal Todo Noticias, acusó de mentirosos a los padres, afirmando que Diego Jiménez no había caminado 5 kilómetros ni aguardado 2 horas en el puesto de control.
O el deleznable intento de amortiguar el profundo impacto político de la noticia, con una fotografía del matrimonio gobernante montada en el hospital de niños cuando Abigail acababa de ser internada.
A la luz de las últimas publicaciones de la prensa zamorista, todo el peso de la responsabilidad por lo sucedido recaerá en el cabo Williams Sosa, que más allá de carecer de sentido común a la hora de ejecutar las decisiones de las autoridades, no hizo más que cumplir a rajatabla el mandato de sus superiores.
Pésima tentantiva de borrar con el codo lo que se escribió con la mano, subestimando la capacidad del pueblo santiagueño de recordar los atropellos, las arbitrariedades y la violencia inusitada perpetrada desde el Estado contra sus propios ciudadanos a lo largo de esta extensa cuarentena.
Dios y la historia los juzgará.
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