Por Juan Pablo Suárez
Resulta hasta gracioso ver como en la última sesión en el Senado de la nación, Gerardo Zamora, votó a favor de la Ley antidespidos que el gobierno nacional necesita no sea promulgada porque interpreta que ese condicionamiento espantará a futuros inversores, para los cuales se están implementando una serie de políticas cuyo fin es atraerlos, planteándoles a Argentina como un sitio seguro para establecer filiales que significan reactivación económica y fuentes laborales.
Lo de “gracioso” lo decimos porque en un comportamiento cuasi bipolar se ve en el centro de la escena (fotografía) al ex jefe del ejecutivo local levantando la mano como un fiel defensor de la fuente laboral y los trabajadores, mientras que al día siguiente en el pago chico a sus propios empleados de la educación se les abonó en concepto de sueldo la cifra de entre 0 y 50 pesos. Quizás sea porque toda negociación en Buenos Aires está agotada, porque los controles de los fondos de la obra pública desde ahora serán auditados y eso reduce la caja.
El poder bifronte de Santiago del Estero ha llevado el conflicto docente al plano personal y revela datos personales de los docentes en medios masivos de comunicación como si eso fuera natural y ético, pero en esta guerra para el dúo superpoderoso todo vale. Y han usado las más bajas artes para descalificar a quien hoy consideran su enemigo número 1, los docentes.
¿Cómo se entiende el comportamiento de Gerardo Zamora?
Distintos medios provinciales haciéndose eco de los nacionales, sitúan al mandamás santiagueño reptando por los pasillos de Casa Rosada en horarios de siesta y negándose a los micrófonos porteños ¿Qué buscaba?, ¿qué quería y no consiguió? Y decimos que no lo logró porque su descontento se mostró luego en la Cámara alta con los tres votos santiagueños votando la Ley que Macri cree es perjudicial para su gobierno, este comportamiento indudablemente tiene característica revanchistas, ya que defender al trabajador a nivel nacional y perjudicar a quienes dependen directamente de su co-gobernadora es cuanto menos un comportamiento ambiguo.
Esa fotografía que lo inmortaliza con la mano levantada da para el análisis y la lectura entrelineada de un hombre que sin pertenencia política con una caja cada vez más debilitada, sólo sostiene su poder en las carpetas y el estado policial aún para sus propios funcionarios si esto fuera necesario.La cuestión es mantenerse como líder de una fuerza política de la cual es cabeza pero a la que no pertenece, Gerardo Zamora se arrastra por los pasillos del poder central y luego atenta contra los intereses o intenciones del mismo y sufraga en consonancia con el Frente para la Victoria para defender a nivel nacional leyes que en su propia comarca viola sistemáticamente. Este comportamiento anómalo de quien sigue rigiendo el indigno destino de los santiagueños no se debe a otra cosa que a la pérdida de poder y a teléfonos no atendidos. A las acciones que realiza en Buenos Aires y a las que lleva adelante en Santiago podríamos definirlas como A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO.
