La Triple Frontera, ese peligroso triángulo compartido entre Brasil, Paraguay y Argentina, volvió a ser el espacio elegido por la organización narco-criminal brasileña «Comando Vermelho», en este caso, para acondicionar un coche-bomba con 84 kilos de explosivo para liberar al narcotraficante Marcelo Pinheiro Veiga, alias «Marcelo Piloto», el tercer hombre en importancia en la línea de mando del cartel.
El narco está detenido desde diciembre del año pasado en la Agrupación Especializada de la Policía Nacional de Paraguay, con asiento en la ciudad de Asunción, y espera su extradición a Río de Janeiro dónde está acusado no solo por tráfico de estupefacientes, sino también de asesinato.
Aún se desconocen cuantos delincuentes estuvieron a cargo de la organización del atentado. Pero sí se sabe el resultado final, tres «soldados» del «Comando Vermelho» fueron abatidos por la Policía Nacional de Paraguay en su guarida de Presidente Franco, en el departamento de Alto Paraná. La localidad portuaria también es conocida como la ciudad de las Tres Fronteras, y está ubicada a unos 25 kilómetros de Puerto Iguazú, Misiones.
En el modesto bunker de los bombarderos brasileños los grupos especiales de la policía paraguaya encontraron no solo el auto acondicionado para volar una manzana, sino también armas para un pequeño ejército.
La sanguinaria organización narco-terrorista consiguió su triste fama a fuerza de sangre y fuego en las favelas de Río de Janeiro y en los penales de la ciudad del Cristo Redentor, donde no dudan en decapitar a los otros traficantes con los que disputan territorio.
Las autoridades argentinas están especialmente atentas a las actividades de las organizaciones narcos brasileñas que ya fueron detectadas «sembrando» campos de estancias en Misiones y Corrientes a través de avionetas.
El coche bomba
El plan de los «soldados» del «Comando Vermelho» era de extrema audacia y estuvieron apenas a 350 kilómetros de llevarlo a cabo.
¿Por qué cayeron acribillados bajo las balas policiales los narcos que tenían planeado liberar a su jefe?
La inteligencia paraguaya, gracias a atentos vecinos e informantes en la Triple Frontera, recibieron los primeros «soplos» sobre la célula terrorista que se instaló en una casa desocupada ubicada en la calle Miguel Medina casi Avenida Monday, de Presidente Franco.
Pero no fue hasta el pasado miércoles 24, y cuando ya hacía casi una semana que los narcos se habían instalado en la vivienda, que la Policía Nacional actuó bajo las órdenes del fiscal Hugo Volpe.
A pesar de ser madrugada entrada, los narco-terroristas aún comían carne asada y tomaban cerveza. La música y las risas de los hombres del «Comando Vermelho» se escuchaba a 30 metros.
Sin embargo, apenas la policía irrumpió en la estancia fueron recibidos por una lluvia de balas.
La respuesta fue inmediata y lapidaria. Los tres criminales brasileños terminaron acribillados fuera de las habitaciones y muy cerca del coche-bomba. Estaban descalzos, en jean y con sus torsos desnudos.
La revisión de la casa no dejó dudas sobre las intenciones del grupo.
Descubrieron 1 Fusil Ak-47 AR-15 de alta precisión, con un alcance de 600 a 1.000 metros y montado sobre un trípode; un fusil .56, 1 pistola 9 mm, unos 80 kilos de explosivos en gel, clavos miguelito, cordón detonador, granadas, equipos de radios de comunicación y dos vehículos; ambos eran de origen brasileño, pero les habían cambiado las matrículas para hacerlos pasar como locales. Uno de los coches, de color azul, chapa alfa numérica BEK 397, estaba cableado para detonar. Los explosivos repartidos en el baúl, y en dos sectores de la parte delantera.
Según los expertos del Departamento Antiexplosivos «podrían haber causado daño en un radio de unos 150 metros«.
Poco después, el auto bomba de los terroristas fue trasladado a unos 20 kilómetros del lugar, a un descampado de la zona de Cedrales para su detonación controlada.
Fuera del arsenal, en la casa solo había dos colchones, una cocina y una heladera.
En conferencia de prensa, el fiscal y director policial de Alto Paraná no dejaron dudas, el coche bomba iba a ser trasladado hacia Asunción en grúa para dificultar los retenes de control caminero para simular un desperfecto con el vehículo.
Ya en Asunción, el destino final era el lugar de detención de «Marcelo Piloto».
Horas más tarde, el ministro del Interior, Juan Ernesto Villamayor, confirmaría los narcos acribillados tenían como objetivo rescatar al jefe del «Comando Vermelho», Marcelo Fernando Pinheiro Veiga, preso en la Agrupación Especializada.
«Marcelo Piloto» había sido detenido el miércoles 13 de diciembre de 2017 tras una investigación de la DEA norteamericana y la Policía Federal brasileña.
La lentitud de los trámites entre los jueces brasileños, paraguayos y las cancillerías impidió que hasta ahora sea extraditado.
Según información de la inteligencia paraguaya en poder de Infobae, el narco-terrorista más buscado de Brasil se había escondido en una casa de Arroyo Porá, en las afueras de Encarnación.
La Justicia de Brasil lo buscaba desde 2007. Era considerado como uno de los principales jefes del tráfico de drogas y de bandas de asaltantes de autos dentro del «Comando Vermelho».
Esta es la segunda vez que los integrantes del Comando Vermelho intentan liberar a su líder preso.
El 4 de octubre pasado cuatro hombres y una mujer fueron detenidos por fuerzas al mando de la Secretaría Nacional Antidrogas, en una residencia en Capitán Jara y Del Carmen, a dos cuadras de la avenida Félix Bogado, en la ciudad de Asunción.
En el lugar secuestraron siete fusiles, 15 pistolas, municiones de guerra, explosivos, clavos miguelito, equipos de comunicación y pasamontañas, uniformes militares y hasta los planos elaborados a mano alzada y en un cuaderno de la Agrupación Especializada donde está detenido Marcelo Fernando Pinheiro Veiga, alias «Piloto».
Como en Argentina, las fronteras paraguayas son extremadamente porosas. Tanto es así que, en medio de la conmoción por el coche bomba desactivado unos 350 kilómetros antes de su destino final, el fiscal antidrogas Volpe dijo ante la prensa de ese país que para las autoridades nacionales se les hace muy difícil impedir el ingreso de bandas criminales brasileñas.
Entre las razones, los delincuentes ingresan mostrando en los controles migratorios documentos falsos o directamente por pasos que no son monitoreados.
Asesores del Hezbollah
Los documentos de inteligencia paraguaya a los que accedió Infobae revelan que los peligrosos narcos-terroristas del Comando Vermelho asesoran en la Triple Frontera a células del Hezbollah.
Entre otras actividades, les enseñan las distintas maneras de lavar dinero y activos producto de sus actividades ilegales como el tráfico de armas, de drogas, trata de personas, venta clandestina de petróleo, secuestros, etc.
Con esos cientos de millones de dólares blanqueados, se les hace más sencillo aceitar su maquinaria de muerte y terror.
Los máximos responsables de nuestro país en materia de seguridad, conocen muy bien estas actividades. También saben que grupos narcos, no solo del Comando Vermelho, sino también del cártel PCC (Primeiro Comando da Capital), han intentado -y quizás ya lo han hecho- poner un pie en el Litoral Argentino.
De hecho, se conoce que establecieron contacto con grupos narcos locales, pero comparados a ellos, las bandas argentinas son niños de pecho.
Para monitorear lo mejor posible estas actividades las fuerzas federales, esto es Prefectura, Policía de Seguridad Aeroportuaria, Gendarmería y Policía Federal, trabajan de manera conjunta con la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), bajo la coordinación de la Dirección de Inteligencia Criminal.
En caso de ser necesario también se requiere la colaboración del Servicio Penitenciario Federal, una verdadera usina de información.
Al menos por ahora, y según sus últimos reportes, las posibilidades que células narco-terroristas brasileñas operen de manera coordinada en el país estarían descartadas. Aunque nunca se sabe y por eso, después del frustrado ataque con el coche bomba en Asunción, en Argentina se extremaron los controles fronterizos.
Fusiles argentinos en manos del cartel brasileño
Hace tiempo las fuerzas especiales brasileñas descubrieron que en poder del «Comando Vermelho» había decenas de fusiles FAL que pertenecían al Ejército Argentino y robados de sus arsenales.
El caso más escandaloso se dio durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Su ministro de Defensa, Arturo Puricelli, se vio obligado a pasar a disponibilidad al general de Brigada Alejandro Luis Pucheta, que se desempeñaba como Comandante de Arsenales, después que la Cancillería del entonces presidente Ignacio «Lula» Da Silva -hoy preso por corrupto- alertara a las autoridades argentinas sobre el hallazgo de unos 150 Fusiles Automáticos Ligeros -a muchos de los cuales ni siquiera se le habían limado la numeración- en Favelas de Río de Janeiro y del temible cartel.
El hallazgo del armamento argentino en poder de los narcos brasileños coincidió con la desaparición del Batallón de Arsenales 603, en Santa Fe, de 154 fusiles FAL, piezas para el montaje de otros 250 fusiles, una ametralladora MAG calibre 7,62mm; piezas para el armado de 5 ametralladoras calibre 12.7mm y una pistola 9mm.
Quizás ahora se entienda aún más las razones por las cuales la atención de grupos especializados de la Inteligencia criminal nacional está más pendiente que nunca a lo que sucede en la Triple Frontera y la actividad de los peligrosos carteles brasileños.
Y mucho más ahora que la Argentina será sede del G20 el último día de noviembre y con la presencia, entre otros presidente, del norteamericano Donald Trump
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