Fuente Infobae
La hipocresía acompaña como marca de agua cada gesto de la era kirchnerista. Funcionarios que se enriquecieron en la dictadura, se corrompieron en democracia y apoyaron las privatizaciones del consenso de Washington palpaban de credenciales democráticas y progresistas a dirigentes con auténticas historias de resistencia y militancia. Quienes reclamaban confianza en el país y su moneda, ahorraban en dólares, cuando no los lavaban en el Caribe. Los que pedían a gritos inversiones productivas para el desarrollo, lucraban con rentas de hoteles, departamentos y plazos fijos y sembraban la patria de casinos.
Casi nadie se enteró, pero en medio de la campaña presidencial del año pasado, Carlos Zannini se escapó unos días a Washington. El ex Vanguardia Comunista, y hombre de máxima confianza de los Kirchner, siempre de fuerte retórica antiimperialista, viajó sin levantar la perdiz. No hubiese sido fácil de explicar para el entonces candidato a vicepresidente que se había ido a conocer a su nieto, nacido en la capital imperial y no por casualidad.
Un año antes, María Paula Zannini había egresado del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN). No se fue a hacer sus primeros palotes a Caracas, Quito, La Paz o Brasilia, capitales cercanas al proyecto nacional y popular. La hija del ex secretario Legal y Técnico fue enseguida enviada a Washington, uno de los destinos más codiciados por los diplomáticos. Allí consiguió el cargo de cónsul de tercera en la delegación argentina ante la OEA, a cargo de Nilda Garré. No fue la única afortunada en la familia Zannini. Sus otros tres hermanos también consiguieron altos puestos en el Estado por esos años.
El marido de María Paula, Juan Francisco Gutiérrez Tellería, también diplomático, la acompañó en el traslado, pero no como mero acompañante: fue nombrado segundo secretario político en la Embajada en Washington, que conducía por entonces Cecilia Nahón.
Cuando la fórmula Scioli-Zannini perdió la elección y se bajó el telón del ciclo kirchnerista, la hija y el yerno del «Chino» no renunciaron. No pidieron el traslado a otro destino donde el giro en la política exterior argentina fuese menos evidente. María Paula y Juan Francisco siguen en Washington, en sus mismos puestos, representando al gobierno de Mauricio Macri, bajo el mando de Juan José Arcuri en la OEA y de Martín Lousteau en la Embajada ante la Casa Blanca.
LOS HIJOS DE ZANNINI CONSIGUIERON ALTOS PUESTOS EN EL ESTADO
El «Chino» Zannini, papá, suegro y abuelo, viajó anoche otra vez a visitarlos. Ya fuera de la función pública, no sintió la necesidad de hacer patria volando por Aerolíneas Argentinas. Eligió viajar por American Airlines a Miami y de allí seguir rumbo a Washington, para visitar a su nieto, que crece en la capital estadounidense. Pasará algunos días con su hija y su yerno, que tienen el deber diplomático de seguir representando de la mejor manera a la Nación, más allá del cambio de signo del gobierno.
No hay en ello delito alguno. Sólo una muestra más de la hipocresía del relato maniqueo que dominó la escena política en los últimos años. El mismo relato que incluyó escraches contra críticos, tibios y opositores.
Otra cosa son los muy fundados ilícitos por los que los ex funcionarios K deben responder en los tribunales. Sin escraches. Sin marchas. Sin gritos. Sin violencia. Solos, ante la Justicia.