Que la reanudación de la Copa Libertadores ya representa un dolor de cabeza desde lo deportivo para River es un hecho objetivo: como todos los equipos argentinos, correrá con una gran desventaja desde lo físico y lo futbolístico respecto a sus rivales, con el agravante de que tiene un grupo muy parejo (hoy los cuatro tienen tres puntos y River es líder por diferencia de gol gracias al 8-0 a Binacional) y con clubes de países que ya hace un largo rato liberaron a los planteles de Primera para volver al trabajo, con un gigante de Brasil como el San Pablo de Dani Alves que se entrena en conjunto desde el 1/7, que ya jugó partidos amistosos y que de hecho este jueves mismo arrancará a competir oficialmente en el campeonato Paulista; con Liga de Quito, que volvió al ruedo el 10/6 y ya tiene programados un par de amistosos para estos días; y con Binacional, que retomó la actividad a principios de mes y el 7 de agosto comenzará la competencia por los puntos en el torneo peruano que se desarrollará íntegramente en Lima.
Es un hecho: si, como se especula, River vuelve a las prácticas en los primeros días de agosto, tendrá apenas un mes y monedas para prepararse para el re-debut en la Copa Libertadores, que en principio está fijado por Conmebol para el 17/8 a las 19 horas en Brasil ante San Pablo. Eso significa que sus rivales estarán entre un mes y un mes y medio adelantados, pero sobre todo que el equipo del Muñeco no llegará a hacer el acondicionamiento mínimo de 60 días que todos los especialistas recomiendan para reanudar sus compromisos. Es más: por los protocolos establecidos recién en el último tramo de esta mini pretemporada tendrá la posibilidad de hacer fútbol y de jugar amistosos (¿o adelantar el debut por Copa Argentina frente a Defensores de Pronunciamiento de Entre Ríos?), que tampoco serán parámetro: obvio, no podrá enfrentar antes a ningún equipo que ya tenga un rodaje similar al de sus rivales de Libertadores.
Por eso por estos días Gallardo y su cuerpo técnico piensa cómo podría reducir al mínimo esa desventaja. Más allá del plan de entrenamientos, que probablemente se realice de manera intensiva en una burbuja sanitaria, la pregunta que surge es si River deberá alterar su estilo de juego. ¿Por qué? A lo largo de estos seis años el Muñeco probó distintos esquemas. Defendió con tres, con cuatro, con cinco defensores, atacó con tres delanteros o con uno, usó un cinco, un doble cinco tradicional, otro escalonado, jugó con y sin enganche, pero lo que nunca cambió es la idea. La precisión en velocidad por un lado y la presión alta y la intensidad para recuperar el balón por otro son características que definieron a todos sus equipos durante el ciclo. Y esas dos singularidades que siempre tuvo su River y que lo diferenciaron de otros clubes son justamente las más difíciles de conseguir en esta coyuntura.
Para la precisión en velocidad se necesita de muchísimo entrenamiento con pelota y la voracidad en la presión sólo puede ser resultado de una preparación física acorde por el desgaste que implica. No es casualidad que casi todos los comienzos de temporada le cuesten a River, algo que identificó como patrón más de una vez el propio Gallardo: para llegar al nivel que él pretende de sus equipos no alcanza sólo con una buena pretemporada sino que también hacen falta algunos partidos de rodaje, que es justamente lo que no tendrá ahora. Ya durante la preparación de comienzos de 2020 en San Martín de Los Andes se trabajó específicamente para que River no tardara en despegar: como debía definir de entrada una especie de torneo reducido de Superliga con el calendario apretadísimo (por haber llegado a la final de la Libertadores 19 tuvo que jugar más partidos que el resto al empezar este año) la intención fue variar el método de trabajo para llegar con más fútbol al primer juego del año con Independiente.
Una vez terminado el torneo a Gallardo de hecho ya le preocupaba la evolución del estado físico para lo que restara del semestre. Esa proyección ahora obviamente se trastocó, pero hacia abajo, por la cuarentena que ya lleva más de cuatro meses.
«Yo creo que vamos a llegar bien, aunque es cierto que somos un equipo intenso, no tenemos que poner la cabeza en eso sino concentrarse en trabajar. Es lo que tocó y hay que abocarse a eso, no hay otra», le dio su parecer a Olé uno de los jugadores más importantes del plantel al respecto. Claro, la idea es no perseguirse sino intentar aprovechar el tiempo de trabajo que tengan por delante y en eso ya se enfoca el cuerpo técnico, que seguramente también contemplará la problemática para abordarla de la mejor manera. En ese sentido, para Gallardo y compañía es esencial que más allá de la salida de Scocco a Newell’s y de alguna venta que el club necesite hacer para cubrir deudas, el plantel no se le desarme: y es que para contrarrestar el handicap físico y de rodaje que River les dará a sus rivales, el CT confía en la categoría de sus jugadores. Con eso podría acortar esa brecha que tal vez suponga una nueva reinvención. Una más. Y van…
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