La dupla gubernamental atraviesa por primera vez en sus 12 años de gestión una serie de denuncias que prometen por lo pronto, ponerlos frente a un juez federal. Eso sumado al llamado de indagatoria de Gerardo Zamora por «Sueños Compartidos».
Esta nueva etapa que el matrimonio real está por comenzar a experimentar, promete extenderse y convertir otras obras públicas en pesares judiciales, que son cuanto menos una molestia y que obligarán a buscar fueros tanto a Claudia Ledesma como al senador.
No te confíes en el Santo
Desde el riñón más íntimo de la dupla aseguran (por lo menos para la tribuna) que ninguna de las cuestiones traerán consecuencias legales al matrimonio y que reina la tranquilidad en calle Rivadavia, sin que éstas cuestiones (menores) quiten el sueño al poder ejecutivo local y mucho menos al manda más local.
Sin embargo, sin un paraguas político y con la firme decisión de la justicia de investigar a todo funcionario que haya tenido que ver con «la década ganada», no sería adecuado jugarle un pleno a esa información.
Quizás las esperanzas de muchos santiagueños de ver terminada la etapa zamoriana deba esperar un buen tiempo todavía, pero no es menos cierto que el poder bicéfalo en esta provincia se encuentra desgastado, erosionado, fatigado y hoy es menos omnívoro que hace un par de años atrás y que los provincianos se animan a hablar, a decir y denunciar cuestiones que tienen que ver sobre todo con las presiones y los derechos individuales.
La seguidilla de denuncias y citaciones a indagatoria ponen en tela de juicio casi 12 años de gestión con rasgos claramente feudales que en caso de ganar en 2017, obligarán al “Frente Cívico” a gobernar con un margen de impunidad claramente distinto al que llevó adelante hasta la fecha. Por lo que todos deberían mirar un año en la línea de tiempo como un largo camino a recorrer por una cornisa estrecha que no da margen a error.
Todo lo antes mencionado es si fuerzas opositoras no alcanzaran a posicionar un candidato que traccione, cuestión difícil de creer ya que todos juntos pisan una baldosa y en vez de buscar ampliarla la rompen para apedrearse.