El peronismo federal abrió su año electoral con una imagen fuerte, un discurso recargado y un debate apenas oculto. Fue esta semana en Mar del Plata, pero los tres elementos se proyectan hacia adelante y seguramente lo harán de manera creciente. Parece claro que crecerán los cruces con Mauricio Macri. Se trata de ganar el andarivel de la expresión opositora. Y en ese terreno, la cuestión vuelve a ser si se trata de una competencia con Cristina Kirchner o de alguna forma de unidad con el kirchnerismo.
El acto en la costa expuso sobre el escenario a tres de los cuatros socios iniciales de Alternativa Federal: Sergio Massa, Juan Schiaretti y Miguel Ángel Pichetto. El cuarto, Juan Manuel Urtubey, partió antes a Salta convocado por un alerta sobre la crecida del Pilcomayo, según se encargaron de enfatizar para desterrar suspicacias políticas. Fue una entrega más amplia que la primera, en septiembre, pero con algunas bajas en comparación con la última puesta de 2018, en la casa de Entre Ríos.
No importa tanto el número de asistencias y ausencias como lo que expresaban y sugieren ahora. El PJ federal se asienta en los jefes provinciales del peronismo. Y ese conjunto no es homogéneo, nunca lo fue. En Mar del Plata, entre presentes y remitentes de adhesiones se contaron ocho gobernadores, dos de ellos aliados no peronistas: fue un buen número.
También envió su apoyo Roberto Lavagna, que sigue coqueteando con una candidatura pero sin voluntad de batalla interna, lo que hace difícil imaginar incluso entre sus promotores cómo daría la gran pelea.
Hubo un par de ausencias, dato significativo más que por el peso, por el mensaje. No asistió la fueguina Rosana Bertone, cada vez más cercana a la órbita kirchnerista. Y la nota fue dada por Juan Manzur. El gobernador tucumano tomó definitiva distancia con el núcleo del peronismo federal, sector al que en rigor nunca adhirió del todo. Un texto personal señaló esta vez que no se trató de una simple ausencia.
La carta de Manzur fue fechada el último día de enero, pero difundida el lunes en coincidencia con la cita marplatense. Destacó que su idea de unidad incluye de manera destacada a la ex presidente. Y fue más allá: replicó la letra kirchnerista según la cual todo lo que se haga en sentido contrario –es decir, una construcción sin CFK- significa «trabajar» para el oficialismo.
Ese argumento en boca de los referentes más duros del kirchnerismo es extremado al punto de señalar que el único límite para compartir un espacio es Macri. Ningún otro elemento debería alcanzar para diferenciar propuestas: ni la corrupción, ni el modelo, ni ninguna otra cuestión de política nacional. Tampoco internacional.
Manzur lo expuso en su carta, aunque en rigor son muchos y de mayor peso los elementos locales que pesan en su caso. En primer lugar, la competencia muy dura de su antecesor en la gobernación, José Alperovich. Es una batalla cada vez más notoriamente personal, donde asoman enojos por la vulneración de «códigos», en medio de la disputa por el voto peronista y, en particular, por las adhesiones a la ex presidente.
Alperovich trabaja en continuado, a pesar de viejas idas y vueltas, para mostrarse como el más firme aliado de CFK en la provincia de Buenos Aires. Dicen que, en realidad, la solidez de esa relación depende básicamente de la buena sintonía de su esposa con la ex presidente, pero como sea, se trata de un capital que el ex gobernador explota en la pelea abierta y por ahora sin tregua con Manzur. Se trata de una fisura que inesperadamente alimenta alguna expectativa en Cambiemos.
El kirchnerismo local no ha logrado torcer esa posición, a pesar de pronunciamientos públicos y operaciones reservadas. Claro, en términos de imagen, Alperovich puede exhibir la foto con CFK, posada especialmente para su difusión, casi a fines de diciembre. Entonces, pareció un gesto de advertencia a Manzur que venía de mostrarse, aunque no muy jugado, con la primera línea del PJ Federal.
Es un interrogante cómo impactará la carta difundida esta semana por Manzur. Eso, en la provincia, porque en el juego nacional resulta más evidente: agrega una señal para el debate de fondo sobre la construcción electoral –y política, algunos metros más allá de las urnas- del peronismo.
Los discursos más sonoros y duros contra el Gobierno pincelaron la imagen del encuentro del PJ federal en la costa. Pero no alcanzan para dejar en un plano menor la discusión interna. En algunos casos, son más que matices, en medio detiros y presiones del kirchnerismo, que en espejo con las objeciones a su líder, consideran fuera del esquema de frente opositor a Urtubey, a Pichetto y, según anticiparon algunas voces de La Cámpora, al por ahora indeciso Lavagna. Desde esa perspectiva, Massa estaría en observación: fue excluido al menos tácticamente de la nómina de enemigos.
Apenas unas horas antes de subir al escenario en Mar del Plata, Massa y Pichetto habían expuesto diferencias que hacen al tema de fondo y que sobre todo el senador no suele eludir. Pichetto fue terminante en marcar un límite para su espacio: la ex Presidente y su circuito más cercano. Massa trataría ahora de evitar el choque frontal, con la intención de seducir o al menos no poner en contra al votante kirchnerista. Urtubey, desde hace rato, dice y repite antes los micrófonos que no hay punto de encuentro con CFK.
Por supuesto, la discusión está lejos de haberse cerrado. Y también resulta claro que no asoman posiciones rígidas de alineamiento. Graciela Camaño, jefa del bloque de diputados del Frente Renovador, impulsa una línea de dureza frente al Gobierno, pero rechaza acercarse a la ex Presidente. Esta semana se encargó de exponerlo públicamente: dijo que Alternativa Federal no debe «pegotearse» con el kirchnerismo. Antes, había atendido a Alberto Fernández, por afirmar que los referentes de los dos sectores comparten una misma visión de modelo de país.
La ex Presidente, entre tanto, demora la formalización de su candidatura y busca que el debate siga girando en torno de su figura. Esa campaña arrancó bastante antes que la del PJ federal.
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