Cuando el coronavirus llegó a Europa, a Bérgamo le decían “la Wuhan de Italia”. Esta ciudad de la Lombardía era el epicentro de la pandemia en su país. Fue la zona más castigada. Una de las postales más dramáticas se vio allí en marzo, cuando un desfile de camiones del Ejército transportó 65 féretros con muertos a distintos crematorios del centro de Italia, porque el de Bérgamo no daba abasto. El sistema de salud estaba saturado, y su personal estaba en su gran mayoría infectado o exhausto. Ya en el mes de junio su alcalde, Giorgio Gori, calculó que los muertos en la provincia homónima habían sido unos 6000, y no 2800, como apuntaban los datos oficiales. Y todo este caos sanitario lo vio Giuseppe Remuzzi en primera línea.
Remuzzi es médico nefrólogo y director del Departamento de Inmunología y Trasplante Clínico de los Hospitales Reunidos de Bérgamo, en Italia, y director de la División de Nefrología y Diálisis del mismo hospital. También dirige los Laboratorios Negri Bérgamo del Instituto de Investigación Farmacológica “Mario Negri”. Un profesional de renombre en su país y en el mundo -es autor y coautor de más de 1440 artículos científicos, reviews y monografías, 16 libros, y colaborador en el Corriere della Sera-, en Argentina su voz comenzó a hacerse eco luego de que declarara que el coronavirus hoy es mucho menos agresivo de cuando comenzó a circular.
Durante un intercambio vía mail con Infobae, Remuzzi contó cómo es hoy la situación en Italia, por qué la enfermedad por coronavirus hoy es diferente y cuáles son los fármacos más prometedores.
En declaraciones a diversos medios usted dijo que el coronavirus ya no es el mismo. ¿Cómo se manifiesta este cambio?
-La enfermedad es diferente, pero el virus no ha cambiado. Es cierto que nos enfrentamos a una enfermedad que se manifiesta de una manera mucho más leve, como si fuera otra. En el departamento de emergencias de nuestros hospitales, los pacientes con crisis respiratorias ya no llegan como en los últimos meses. Algo está cambiando. Una hipótesis es que la concentración del virus en el tracto respiratorio superior (carga viral) es mucho menos significativa que la que vimos en pacientes hace dos o tres meses. La segunda explicación es que en algún momento las epidemias se agotan. El COVID-19 también lo hará, aunque no sea en poco tiempo…
-¿Este cambio se ve en todo el mundo? ¿Está relacionado a las diferentes mutaciones?
-Durante más de un mes hemos observado que no hay más personas gravemente enfermas en los hospitales, a pesar de que hay personas que dan positivo; ya no llegan personas con crisis respiratorias a la sala de emergencias. Aún así, muchos estudios parecen mostrar que el virus no ha mutado.
Un trabajo reciente del University College London afirma que la composición genética de la población viral no ha cambiado sustancialmente. Los investigadores escriben que “no hay evidencia de que el Sars-CoV-2 se haya vuelto más o menos virulento y transmisible. La composición genética de la población viral no ha cambiado mucho desde que surgió”. Incluso, según lo que afirman desde St. George’s of London , la comunidad científica por ahora está de acuerdo en que “aunque los genomas muestran algunos cambios, no hay evidencia de que las características del virus hayan aumentado o disminuido, como su transmisibilidad y la gravedad de la enfermedad”. Además, de las cientos de mutaciones encontradas, sólo dos parecen ser positivas para el huésped, es decir, para nosotros, mientras que las otras son neutrales o perjudiciales, en el sentido de que hacen que el virus sea más agresivo
Por qué ocurre esta disminución en la carga viral?
–Su carga viral ha disminuido también debido al aislamiento: si estamos a distancia, nos lavamos las manos y nos ponemos la máscara, es evidente que llegan menos partículas virales.
En el hospital de Brescia, vieron que las últimas muestras mostraron una cantidad mucho menor de ARN viral que unas semanas antes. Y en el único test donde la carga viral era alta, al virus le resultaba difícil matar las células: después de aproximadamente seis días, algunas de ellas murieron, mientras que antes todas las células expuestas a una carga viral comparable morían en 48 horas.
-¿Terminará la pandemia antes de que aparezca la vacuna?
-En mi opinión, el virus continuará propagándose, infectando a la mayoría de la población mundial, durante un período de entre 1 y 2 años y se adaptará a los humanos, causando infecciones leves del tracto respiratorio superior. Habrá una vacuna, pero probablemente cuando esté disponible para todos, si las cosas van como están ahora, el virus desaparecerá. Pero será útil para la próxima vez o para otros virus. El problema con la vacuna es que empacar, distribuir y administrar la vacuna a toda la población mundial tomará al menos 2 años, mucho dinero y acuerdos internacionales entre los Estados.
-¿Por qué cree que los tests masivos son una estrategia inútil?
-No podemos hacérselos a 60 millones de italianos, no tenemos los medios, recursos ni reactivos. Además, un resultado negativo hoy no excluye la infección mañana. Tienen sentido en categorías bien seleccionadas: trabajadores de salud en hospitales y residencias de asistencia médica (residencias para ancianos), todos los trabajadores en contacto con el público y la red de contactos de casos positivos.
Cuáles son los medicamentos más prometedores para el tratamiento del coronavirus?
–Al principio, todos los pacientes fueron tratados con medicamentos que habían funcionado contra el SIDA, Lopinavir y Ritonavir, y había grandes esperanzas. “Esta combinación funciona para el VIH, ¿por qué no debería funcionar para este otro virus?”, se pensaba. Pero las malas noticias provinieron del New England Journal of Medicine el 19 de marzo: estos medicamentos, al menos en la etapa avanzada de la enfermedad (es decir, cuando serían necesarios), no funcionaban. Mientras tanto, otra noticia llegaba de Japón: “Tenemos Favipiravir (AVIGAN), se lo dimos a algunos pacientes y funciona, aquellos que tenían este antiviral empezaron a dar negativo después de un promedio de cuatro días”.
Italia se movilizó. AIFA (la Agencia italiana del Medicamento) comenzó los ensayos, pero la verdad es que no teníamos suficientes datos hasta ese momento para saber si podía funcionar o no; mientras tanto, Japón daba a conocer que no estaban del todo seguros de que este medicamento pudiese ayudar a aquellos que estaban enfermos con COVID-19, por lo que AIFA detiene los ensayos..
Gilead Sciences comenzó a usar Remdesivir, un fármaco experimental que es capaz de prevenir enfermedades en macacos expuestos al virus SARS y MERS. Había mucha esperanza de que Tociluzumab y Sarilumab, anticuerpos monoclonales ya utilizados en el tratamiento de la artritis reumatoide, trataran a pacientes con una forma grave de la enfermedad, pero un ensayo que acaba de concluir en 400 pacientes hospitalizados con síntomas respiratorios graves no ha dado resultados alentadores como se esperaba. El ensayo continúa, pero con menos entusiasmo que antes .
Un camino prometedor podría ser el uso en pacientes de plasma de personas que han tenido COVID-19 y se han recuperado por completo. De hecho, estas personas han desarrollado anticuerpos contra el nuevo coronavirus que pueden usar aquellos que están enfermos para combatir la infección. Se han iniciado experimentos en algunas ciudades del norte de Italia, como Mantua, Padua, Lodi y Pavía, pero aún es pronto para tener una idea de los resultados.
Mientras tanto, en Bérgamo, se está trabajando en un protocolo que tiene como objetivo evaluar si los anticuerpos anti-coronavirus -siempre obtenidos del plasma de pacientes curados- pueden usarse para tratar pacientes críticos con neumonía por COVID-19.
Con el uso de filtros especiales, los anticuerpos de los sujetos curados, que se supone que neutralizan el virus, se aíslan del plasma y se administran a pacientes gravemente enfermos. Este método permite obtener los anticuerpos pero sin tener pérdida de líquidos y sin eliminar la albúmina y los factores de coagulación del donante, como sucede con la recolección de plasma completo. Además, la infusión de plasma aumenta el riesgo de inestabilidad cardíaca, peligroso en una situación crítica como la de la neumonía por COVID-19, y además aumenta la probabilidad de infecciones, reacciones alérgicas e hipocalcemia por citrato, además de ser muy costos.
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