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Testigos pusieron en duda la versión de la maestra secuestrada en Moreno

El pasado 12 de septiembre, la maestra Corina de Bonis, del Centro de Estudios Complementarios 801 de Moreno, denunció un hecho alarmante que desató una investigación judicial. La docente aseguró que un grupo de personas la había subido arriba de un auto rojo, le habían puesto una bolsa en la cabeza y, con el vehículo en movimiento, le habían tajeado la panza con un punzón para escribirle «ollas no». Después de torturarla, contó que sus agresores la habían tirado a la calle. Ese mismo día, más temprano, había participado de una olla popular en el barrio.

A raíz de su declaración, la Justicia comenzó a analizar las cámaras de seguridad de la zona. En especial, las que están ubicadas en la calle La Tablada. Y, a medida que fueron estudiando las imágenes, notaron que la versión de la docente no coincidía con los registros ni con los testimonios de los peatones que habían estado en las inmediaciones del lugar del ataque.

Según las grabaciones, Corina empezó a caminar por la calle La Tablada para regresar a su casa. La primera cámara que la capta fue la que está a la altura 2300. Primero se puede observar que pasa un Fiat rojo y después la docente.

En este trayecto, la docente frena para charlar con una vecina -una madre de una estudiante de su colegio- que vive sobre esa cuadra. En diálogo con Periodismo para todos, la mujer contó que cuando se la cruzó, hablaron un rato y después entró a su casa. Con respecto al ataque que sufrió la docente después, a pocos metros, indicó que no escuchó nada.

Las cámaras también registraron que, por la misma calle, venía caminando una pareja. Aunque al principio estaban detrás de Corina, después la adelantaron. «Nunca nos dimos cuenta de nada. En teoría, pasó todo en esta cuadra. Pero nosotros no escuchamos ni un grito, ni una acelerada, nada«, sostuvieron a PPT.

La segunda grabación que registró el paso a paso de la maestra mostró que después de pasar ella, aparecieron cuatro chicos alrededor de un Renault 9. Aunque al principio esto llamó la atención de los investigadores, después constataron que estaban empujando el vehículo porque se había parado.

Este grupo de jóvenes frenó en un kiosco para tomar una gaseosa. Allí, estuvieron 10 minutos. Ellos tampoco escucharon nada. A pocos metros de donde tomaron su descanso, Corina indicó la zona como el lugar del secuestro. Un lugar en donde se pierde la imagen, porque la cámara más cercana está tapada por los árboles.

Como era poco probable que la docente haya sido secuestrada en un auto que tuvieron que empujar entre cuatro personas, la hipótesis empezó a girar en torno al Fiat 147 rojo, que apareció en la primera grabación. Cuando le mostraron varias veces los videos, para ver si podía reconocer el vehículo, dijo que cuando lo veía al 147 «sentía miedo».

Pero los investigadores se llevaron otra sorpresa: era de un vecino de la cuadra. La cuñada del dueño habló con PPT y contó que el auto no funcionaba bien, que solía pararse.

«El relato de la víctima no presenta coincidencias con los elementos probatorios que se fueron recabando. Sino que nos obligan a pensar en lesiones producidas bajo otras circunstancias fácticas«, concluyó Julio Conte Grand, procurador general bonaerense.

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