El pasado sábado, el presidente de la nación, Mauricio Macri, mantuvo una charla telefónica con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quien se encontraba en Milan para asistir a la final de la Champions League entre Real Madrid y el Atlético de Madrid. Ellos se conocen desde hace muchos años, lo que posibilitó el diálogo.
El diálogo comenzó muy tenso, donde Infantino advirtió a Macri que si el gobierno intervenía, la FIFA no tendría otra opción que sancionar al fútbol argentino. Luego de superar algunas rispideces, llegaron a un principio de acuerdo para que se forme la comisión normalizadora con 3 patas: un delegado del Gobierno, que podría ser Graciela Ocaña, un hombre impuesto por la FIFA y el actual presidente de la AFA, Luis Segura, quien mantendría su puesto hasta diciembre.
Esta intervención caería muy mal en la dirigencia del fútbol argentino, ya que aplazaría las elecciones estipuladas para el 30 de junio, y cuyos candidatos tienen hasta mañana para presentar sus avales. Además, dejaría a criterio de la comisión normalizadota el formato del próximo torneo y la creación, o no, de la Superliga.
De avanzar el Gobierno con la intervención, es probable que se pare el fútbol en señal de protesta (a nivel nacional todavía se están disputando los torneos de ascenso). Además, los dirigentes de todos los clubes se están autoconvocando para una reunión en el predio de la AFA en Ezeiza para el miércoles a la noche.