Fuente Infobae
La obsesión de Mauricio Macri mutó súbitamente en decepción: por la impericia de la tropa oficialista en el Senado; por el impactante vuelco del bloque PJ-FpV; y por la inesperada actitud de los gobernadores, decisiva para el traspié parlamentario que sufrió la reforma electoral.
Desde el Gobierno reiteraban que la del jueves era la última posibilidad de obtener dictamen para tratar el proyecto en el recinto y sacar la reforma en sesiones extraordinarias. El tema es, desde hace meses, una de las principales obsesiones de Macri, y por estas horas una de sus más duras derrotas. Ayer, después del duro revés que significó el rechazo del PJ, en la Casa Rosada dejaron trascender la posibilidad de llevar la ley al recinto para votarla sobre tablas. Demasiado improbable.
Los referentes de Cambiemos buscan de forma desesperada la ayuda de los Gobernadores, a pesar de que fueron los propios mandatarios provinciales los que -en la reunión que ayer presidió Miguel Pichetto- le dieron el golpe de gracia al proyecto que promueve el voto electrónico.
«Poco se puede hacer si todos los que vienen a la reunión del bloque, desde el más kirchnerista hasta el más antiK, te dicen que no están de acuerdo con el voto electrónico», le describió a Infobae un referente del PJ-FpV. «No había voluntad de cambiar el sistema de votación para las próximas elecciones; van a dejar que pasen esos comicios», apuntó la misma fuente.
Los reproches internos dentro del oficialismo apuntaron contra cierto amateurismo parlamentario, según confiaron fuentes oficiales. «Llevamos el proyecto a tres comisiones, en las cuales no tenemos mayoría en casi ninguna. Nos apegamos demasiado al reglamento, lo podríamos haber hecho más simple», explicaron. La bronca es doble: desde el Gobierno aseguran que podrían obtener los votos en la Cámara alta para darle sanción. En el peor de los casos, dejarían expuestos, según ellos, a los senadores del PJ que optan por continuar con la boleta de papel. Lo increíble es que el oficialismo también tropezó cuando quiso sortear algunos resortes institucionales, esa vez en manos de Elisa Carrió: la diputada hizo estallar por los aires el proyecto para modificar el funcionamiento del Ministerio Público Fiscal después de que la Casa Rosada salteara la comisión de Asuntos Constitucionales de Diputados.
La estrategia oficial apunta ahora a dejar en evidencia a aquellos sectores peronistas que quieren seguir con el sistema viejo para hacer fraude. Curiosa grieta: el peronismo tradicional abunda en que la Boleta Única Electrónica (BUE) es fácilmente vulnerable.
La bronca de Macri, que justamente tuvo ayer su reunión habitual de seguimiento con el Ministerio del Interior, apunta contra los gobernadores del PJ que presionaron para continuar con el sistema electoral actual, en el día en el que el Presidente se mostró en Chaco con los gobernadores Gildo Insfrán y Domingo Peppo, dos de los que le jugaron en contra. Desde la Casa Rosada señalan especialmente a Sergio Casas, de La Rioja, y a Juan Luis Manzur, de Tucumán, paradójicamente uno de los gobernadores peronistas más cercanos a Cambiemos que, sin embargo, mantiene una fuerte disputa provincial con José Cano.
La noticia del rechazo opositor en el Senado fastidió a Federico Pinedo: «Queremos terminar con el robo de boletas, el fraude y las picardías, pero si el FpV no quiere tratar la reforma, los argentinos tendrán que seguir esperando para tener un sistema electoral más transparente»,
El disgusto se instaló también en la Cámara Nacional Electoral. «Esto es un retroceso enorme, el sistema de boletas partidarias no va más«, hicieron saber desde la CNE a este medio.
Así las cosas, el oficialismo corre contrarreloj en una cuesta demasiado empinada. Uno de los senadores más conciliadores del bloque PJ-FpV cree que «ya no hay tiempo» para que el proyecto se trate este año: «¿Si el panorama puede cambiar? Salvo que llegue una carta firmada por el Papa y el propio General (Perón), esto está caído…».
EL COMUNICADO DEL PJ-FPV