Mauricio Macri arribará esta mañana a Montevideo para asumir como presidente pro témpore del Mercosur y enfrentará un doble desafío diplomático desde el primer minuto: relanzar el bloque regional a costa de un fuerte liderazgo con una profunda reforma integral en puerta y, en paralelo, evitar que el fenómeno del brasileño Jair Bolsonaro no le termine limando ese proyecto regional.
Los presidentes del Mercosur, sin la presencia del venezolano Nicolás Maduro, que está suspendido temporalmente del bloque, se reunirán hoy en Uruguay para entregar la presidencia pro témpore a Macri y tratar de resucitar la idea de acuerdos comerciales amplios, promover una nueva batería de medidas que le den razón de ser al espacio intraaduanero y mostrar que este conjunto de países que integran Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil aún tienen peso en la región y en el mundo.
«Macri asume con un fuerte desafío, muchas ideas y el fantasma Bolsonaro detrás», explicó a Infobae un encumbrado funcionario del Gobierno.
Bolsonaro no estará en la cumbre de presidentes del Mercosur de este mediodía en Montevideo porque recién asume el 1° de enero. Pero está claro que persiste entre los presidentes del bloque aquel nubarrón que dejó su ministro de Hacienda, Paulo Guedes, cuando deslizó que el Mercosur no será tema prioritario en la agenda del nuevo presidente de Brasil.
Macri estará a cargo del Mercosur el primer semestre del 2019 y se prevé que en esos meses se definirá la relación que el nuevo mandatario de Brasil quiere establecer para el bloque regional.
Ayer el canciller Jorge Faurie expuso en Montevideo los lineamientos y objetivos que tendrá Macri en el Mercosur. Al presidente argentino le pesa el fracaso inicial de haber manejado el Mercosur sin un resultado positivo en las negociaciones con la Unión Europea por un acuerdo de libre comercio.
Así, Macri buscará que el Mercosur logre hechos concretos en los meses de su mandato y deje al menos un legado visible.
Por este motivo, Faurie deslizó que el Mercosur tendrá la «tarea interna de eliminar todo lo que sean barreras al comercio, desde el punto de vista de normas paraancelarias o de requerimientos técnicos».
En este sentido, Argentina propondrá revisar los niveles y consistencia del arancel externo común para aumentar la competitividad y «nivelar el campo de juego», según el lenguaje usado por el canciller argentino para sostener la idea de que los exportadores agroindustriales del Mercosur tengan mejor acceso a mercados, pero también para que los sectores productivos que requieran de bienes intermedios importados puedan ser más competitivos.
Faurie habló ayer de una «reforma integral» y «amplia de la arquitectura institucional» del Mercosur. En términos más simples y directos esto podría implicar la eliminación de trámites burocráticos aduaneros que hoy existen y una reforma más de fondo que apunte a que los países puedan firmar acuerdos de libre comercio unilateralmente con otros países sin tener que depender del visto bueno del Mercosur.
Macri no se quedará con las negociaciones exclusivas con la UE para dar con un acuerdo de libre comercio del Mercosur. Sabe que esta vía no le garantiza un resultado fiable en su mandato. Por ello el Mercosur que se viene buscará cerrar el acuerdo de libre comercio que está bastante avanzado con la EFTA, conformada por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza. También se intentará cerrar una negociación con Canadá, Japón y el bloque del ASEANconformado por Indonesia, Filipinas, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei, Camboya, Laos y Myanmar.
Desde el punto de vista político Macri tendrá en sus manos el gran desafío de luchar con un equilibrio mayúsculo ante el caso Venezuela. Deberá lidiar entre la dureza de Bolsonaro y el alineamiento silencioso al régimen de Maduro que mostró últimamente el uruguayo Tabaré Vázquez.
El 4 de enero hay una reunión de ministros del denominado Grupo Lima que nació para exigir democracia en Venezuela. Allí estarán Argentina, Brasil, Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Canadá y Paraguay, entre otros. La disyuntiva que se abrirá será tajante: estarán aquellos que plantean una mayor presión al régimen venezolano que a mitad de enero asume la reelección de Maduro.
Fuentes calificadas de la diplomacia de Brasil y Paraguay dijeron a Infobae que hay una intención clara de plantear allí el cierre de las embajadas y definir unbloqueo económico a Caracas. Macri no quiere saber nada de esto porque en ambos casos cree que los más perjudicados terminarán siendo los venezolanos.
Ayer el canciller Faurie dijo que Macri buscará desde la presidencia del Mercosur fortalecer el diálogo y la cooperación política, así como «tomar posición en temas de la agenda internacional que son caros a nuestros países, en defensa de los derechos humanos y la democracia en la región».
¿Significó este mensaje del canciller argentino un código cifrado hacia Bolsonaro? ¿Implicaron las palabras de Faurie una advertencia al próximo presidente de Brasil para que su discurso beligerante no termine por fracturar al Mercosur?
Nadie lo dice abiertamente en la Cancillería o la Casa Rosada. Pero habrá que leer entre líneas el último mensaje que dejó el funcionario: «Lo más importante es que el Mercosur ya tiene peso para el resto del mundo y por lo tanto lo que dice en su diálogo político es extremadamente relevante. Tenemos que coordinar porque cuando nos presentamos con una voz única, valemos cuatro veces más«, dijo
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