En lo que se trató de un fallo histórico, un tribunal italiano absolvió a un joven que había robado comida en un supermercado porque consideró que «robar por hambre no es delito». El Tribunal Supremo italiano anuló la condena por robo que había impuesto el Tribunal de apelación de Génova a un joven ucraniano sin trabajo, indigente y sin hogar.
El hecho ocurrió en 2011, cuando Roman Ostriakov fue sorprendido en un supermercado de Génova robando un trozo de queso y un paquete de salchichas wurstel por un valor total de 4,07 euros. El joven solo había pagado un paquete de colines, escondiendo lo que había robado. Pero fue retenido antes de salir del supermercado Ecom.
En un primer momento, un tribunal de Génova lo condenó a una pena de prisión de seis meses, quedando en libertad condicional con la obligación de pagar una multa de 100 euros. Esa sentencia fue confirmada posteriormente en el Tribunal de apelación, con seis meses de cárcel y elevando la multa a 160 euros. Cinco años más tarde, llegó la decisión del Tribunal Supremo: «El hecho no constituye delito», es decir, no se trató de un robo, sino de hambre.
En su resolución, los jueces explicaron que no se puede castigar a quien, empujado por la necesidad, roba en el supermercado pequeñas cantidades de comida: «La condición del imputado y las circunstancias en que se produjo la incautación del queso y las salchichas demuestran que él se hizo con ese poco alimento para hacer frente a la imprescindible exigencia de alimentarse, actuando, por tanto, en estado de necesidad», argumentaron.