La visita del Papa Francisco a Chile dejó un sabor agridulce luego de defender al obispo Juan Barros, acusado de encubrir al ex párroco de la Iglesia El Bosque, Fernando Karadima, uno de los casos más emblemáticos de los abusos del clero trasadino, condenado por el Vaticano en 2011 por pederastia. Hoy, el Sumo Pontífice, volvió a enfatizar en la inocencia de Barros en una rueda de prensa durante su vuelo de regreso a Roma luego de abandonar Perú. «Yo personalmente estoy convencido de que es inocente», enfatizó.
«No hay una sola prueba en su contra, todo es calumnia, ¿está claro?», había contestado el Papa a periodistas chilenos que le preguntaron a su llegada a Iquique, última etapa de su viaje chileno, por qué no ordenaba el apartamiento del obispo de la Iglesia católica. «El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar», reforzó y las críticas de las víctimas de Karadima no se hicieron aguardar.
En una conferencia celebrada en la Fundación para la Confianza, ubicada en Providencia, José Andrés Murillo, Juan Carlos Cruz y James Hamilton -víctima del entonces párroco de El Bosque- aseguraron que «el obispo Barros formó parte del círculo íntimo de Karadima durante 40 años» y afirmaron que la defensa de Bergoglio «es ofensiva y dolorosa, no sólo para nosotros sino para quienes luchan por crear contextos éticos».
En esa línea, Bergoglio hoy pidió disculpas por haber herido susceptibilidades con sus declaraciones sin embargo volvió a subrayar sobre el derecho a la inocencia de Barros mientras «no se demuestre lo contrario» al contestar a las preguntas de los medios.
«Hice una herida sin quererlo y esto me ha dolido mucho. Sé cuánto sufren y sentir que el Papa les dice en la cara que le den una carta con la prueba, es una bofetada. Me doy cuenta de que mi expresión no fue feliz, porque no lo pensé», reconoció al tiempo que especificó que el caso de Barros ha sido investigado «pero sigue sin haber evidencia» en su contra. «Es por esto que no puedo condenarlo», aseguró Francisco.