«Dios no conoce la cultura del descarte. Él no descarta a ninguna persona, busca y ama a todos. Todo es amor y misericordia», sostuvo el pontífice.
El «buen pastor -aseguró- no se preocupa de poner a salvo primero al resto del rebaño, sino que va de inmediato en busca de la oveja perdida y la lleva a casa sobre sus hombros».
«Para Dios ninguno está definitivamente perdido. Cada uno de nosotros es esa oveja que el Señor lleno de misericordia ha querido cargar sobre sus hombros para llevarla a casa», agregó Francisco.
«Muchas veces también nosotros nos escandalizamos de esta actitud aparentemente inconsciente del Señor, pero hay una razón para este modo de actuar. No podemos exigir al Señor que permanezca con nosotros, olvidándose del otro; nadie puede sujetarle, frenar su amor por todos», explicó.
En esa línea, el Papa alertó sobre el peligro «de estar en un rebaño que no tiene claro el dolor de los otros», por lo que aseguró que «los cristianos no debemos ser un rebaño cerrado».
«Nunca las puertas cerradas. Hay que salir. Corremos el riesgo de encerrarnos en un rebaño de ovejas en el que habrá olor a oveja, ¡pero olor a cerrado!», exclamó.
En noviembre pasado, durante un encuentro sobre «La cultura de la salud y de la acogida al servicio del hombre y del planeta”, Jorge Bergoglio había renovado sus críticas a «la cultura del descarte», un eje recurrente en sus intervenciones y en sus exhortaciones apostólicas «Evangelii Gaudium» y «Amoris Laetitia» y en la Encíclica «Laudato Si'».
El líder de la Iglesia Católica destacó que, según esa religión, Jesús actuaba con «acogida, compasión, comprensión y perdón” hacia la multitud de personas que se le acercaban cada día, entre ellos «enfermos de todo tipo, pecadores públicos, endemoniados, marginados, pobres, extranjeros”.
«Curiosamente estos, en nuestra actual cultura del descarte son rechazados, se dejan de lado. No cuentan. ¿Qué significa esto? Que la cultura del descarte no es la de Jesús. No es cristiana”, sentenció.