El papa Francisco ya recorre el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, antes de almorzar junto al Patriarca Ecuménico Bartolomeo y al Arzobispo de Atenas Hieronymos, con un grupo de ocho de los migrantes que permanecen en la isla helénica, donde llegó hoy para expresarles su «cercanía y solidaridad».
Antes, Francisco mantuvo un encuentro privado de 20 minutos con el primer ministro Alexis Tsipras, quien lo recibió en el aeropuerto de Mytilene y le agradeció su mensaje «contra la guerra y por la acogida«.
Durante el encuentro, Francisco y el líder griego convinieron en que «la crisis de refugiados es un problema europeo e internacional que pide una respuesta comprensiva que respete las leyes europeas e internacionales», según comunicó el portavoz papal Federico Lombardi.
También se subrayó la necesidad de proteger a quienes arriesgan la vida cruzando el Mar Egeo y el Mediterráneo, combatiendo las redes de tráfico de personas, eliminando las rutas peligrosas y diseñando procedimientos seguros de asentamiento en Europa».
En el avión que lo transportó a Lesbos, en el que lo acompaño Télam, el Pontífice aseguró que «este es un viaje signado por la tristeza. Un viaje triste».
«Vamos a encontrar la catástrofe humanitaria más grande después de la Segunda Guerra Mundial. Veremos tanta gente que sufre, que no sabe donde ir… Iremos también a un cementerio, el mar, con tantas personas ahogadas», se lamentó el obispo de Roma de 79 años de edad y pidió «que su trabajo refleje en los medios el estado de ánimo con el que hago el viaje».
Luego de la visita al campo, Francisco homenajeará a las víctimas de las migraciones en una ceremonia en el Puerto de Lesbos, que fuertemente custodiada espera al Pontífice con un día despejado.