Nacionales Policiales

El médico Villar Cataldo, el día después de la absolución: «De haber sido posible, le hubiese salvado la vida al chico que maté»

El médico cirujano Lino Villar Cataldo, 67 años, dice que no recuerda la cara del joven que mató el 26 de agosto de 2016 después de que le quisiera robar el auto en la puerta de su casa de Loma Hermosa, poco después de las 20.

Tampoco recordaba el nombre de su víctima, jura que gran parte de ese momento se le borró de la cabeza.

«Si me pusieran cinco fotos de chicos distintos, no sabría cuál es ese muchacho», le dijo a Infobae esta tarde.

Ese muchacho es Ricardo «Nunu» Krabler, un ladrón que según Cataldo lo golpeó de un culatazo y quiso matarlo. El médico lo mató de cuatro balazos con su Bersa 9 milímetros que escondía en el cantero. El Tribunal Oral Criminal Número 3 de San Martín, a cargo de la jueza Carolina Martínez y a través de un jurado popular, declaró «no culpable» al cirujano. Es decir: que actuó en legítima defensa. El jurado determinó que no fue un homicidio simple, tal como planteó la querella del caso a cargo de la madre de Krabler u homicidio en exceso de legítima defensa, tal como postuló la fiscal de juicio, Noemí Carreira.

«Se hizo justicia», aseguró su abogado Diego Szpigiel.

Diego Szpiegel y su defendido, el médico Lino Villar Cataldo, durante el juicio

Diego Szpiegel y su defendido, el médico Lino Villar Cataldo, durante el juicio

Villar Cataldo concede esta entrevista en medio de un raid mediático, visita canales de televisión, sale al aire en radios. Una parte del público aplaude el veredicto que lo benefició, otros lo evalúan con recelo. El médico se reunirá con Patricia Bullrich luego de que el equipo de la ministra de Seguridad comenzara a buscar una reunión con él apenas fue absuelto por el jurado.

-¿Siente alivio, culpa o miedo?

-Alivio, porque se hizo justicia. Yo no soy un asesino. No quise matar a ese chico. Pedí perdón porque se perdió una vida.

-La madre del chico dice que usted lo mató cuando él estaba indefenso.

-También dijo que si a mí me pasaba algo ella no habrá tenido nada que ver. Y que la gente tuviera cuidado porque andaba con dos o tres armas y podía volver a matar. Todo este tiempo recibí amenazas. Siento miedo. Por eso se originó la reunión con la ministra (de Seguridad de la Nación) Patricia Bullrich. Entiendo su dolor de madre. Pero salvé mi vida. No quiero volver a defenderme, quiere que nos defiendan.

-¿Usted cree que si no hubiese disparado hoy el juzgado sería Krabler y usted la víctima?

-Sin dudas. Era su vida o la mía.

-Su caso es comparado con el del ingeniero Horacio Santos, que el 16 de junio de 1990 mató a dos ladrones desarmados que le robaron el estéreo del auto. ¿Le molestan las comparaciones con el ingeniero Santos?

-Sí. Porque si yo no mataba, me mataban a mí.

-¿Por qué a diferencia de Santos, que no dio notas, usted habla con la prensa?

-Porque tengo que estar agradecido con parte del periodismo y es una manera de hacer llegar mi manera de pensar a la gente. No tengo nada que esconder. Además pido protección.

-La fiscal del juicio, Noemí Carreira, no creyó en su versión. Y los peritos contradijeron parte de su testimonio.

-Ella me terminó acusando de exceso de legítima defensa, no por homicidio. Yo tuve un pistolón apuntándome. Y amenazas verbales de que me iban a matar.

Ricardo Krabler, el ladrón asesinado

Ricardo Krabler, el ladrón asesinado

-¿Tuvo pánico de ser condenado y terminar en la cárcel?

-Sí. No lo hubiese soportado.

-También se cuestiona que fueron cuatro balazos contra el delincuente…

-No fue alevosía ni ensañamiento. Fue desesperación. Reaccioné así porque iban a matarme.

-Los peritos dicen que era un pistolón sin gatillo ni capacidad de disparo.

-No fue concluyente. Para mí podía disparar. Y en ese momento, cuando uno es apuntado, no puede analizar si es de juguete, si tiene balas, si funciona. Es un arma.

-¿Qué recuerda de ese día?

-Que él me iba a matar aunque yo le diera el auto. El caño apuntándome. Yo pidiéndole a Dios que no salieran las balas. Hay cosas que se me borraron. Un testigo declaró que me ayudó a salir del auto con la rodilla ensangrentada y eso no lo recuerdo.

-¿Soñó con ese episodio?

-Tuve pesadillas, pero confusas. Me despertaba sobresaltado, con miedo. Y corría hacia la ventana a ver si pasaba algo. O si escuchaba un ruido. Me encontré en una situación límite. Nunca pensé pasar por eso. Lo único que hice fue evitar que me mataran. Más allá de que gente de la Justicia me acusó de asesino, el jurado popular entendió la situación.

-¿Cree que tomaron la decisión de absolverlo porque pasaron por situaciones de inseguridad?

-Puede ser. Nadie está a salvo de vivir algo así. Muchas veces me preguntaba. ¿Por qué me pasó esto? Aunque ya había sufrido siete hechos de inseguridad. Entraderas, asaltos…

-¿Cuál fue el más grave?

-Cuando les apuntaron a mis hijos pequeños con pistolas en la sien.

-¿Y usted no pensó dispararles a los ladrones en esa oportunidad?

-No tenía arma. Y por otro lado soy responsable. No soy un loquito que anda poniendo en peligro la vida de sus hijos. Fue horrible vivir eso. Sólo obedecí a los asaltantes. Es más, en el hecho desgraciado le hubiese dicho: «Llevate el auto». Pero creo que fue a matarme.

-¿Cómo seguirá su vida?

-Como hasta ahora. Aunque sin el peso de ser acusado de algo que no soy ni hice. Mis hijos siguen atemorizados. Tengo miedo de que cumplan con la amenaza. Yo envejecí. Pensé que iba a morirme.

En su declaración en el juicio, el médico apeló a la emoción ante el jurado y relató sus orígenes humildes luego de ser desmentido por peritos (Fabián Ramella)

En su declaración en el juicio, el médico apeló a la emoción ante el jurado y relató sus orígenes humildes luego de ser desmentido por peritos (Fabián Ramella)

-¿Sigue con armas en su casa?

-Las armas que pueda tener o tuve están registradas.

-¿Y si le apuntan volvería a disparar?

-Yo no soy un justiciero. Ni un vengador. Soy un médico. Pero depende de la circunstancia. Si una persona me apunta desde una distancia prudencial, le diría: «¿Qué es lo que querés? Llevate todo». El instinto es salvar la vida. No fue premeditado ni un plan. Yo después de disparar quedé temblando, pero no tuve registro de esto. Me enteré a través del mismo testigo. Mi vida cambió. Lloré cientos de veces. Mi familia me respaldó. Estoy muy medicado. ¿Sabe lo que es ver a uno de mis hijos llorando en un rincón para que yo no lo vea?También sé que la madre del chico que maté llora porque perdió un hijo.

-¿Cuántas vidas salvó como cirujano?

-Cientas. Llevo 38 años de guardia.

-¿De haber sido posible, le hubiese salvado la vida al joven al que mató?

-Sin dudarlo. Lo hubiese hecho sin perder el tiempo. Uno como médico tiene que salvar la vida sin importar quién es el paciente. Yo salvé la vida de muchos delincuentes con múltiples heridas. Es más, un ladrón de mi barrio me dijo que podía presentarse como testigo a mi favor, que me entendía. «Cuando salgo a robar sé que puedo terminar muerto», me dijo.

-¿Seguirá ejerciendo la medicina?

-Nunca dejé de hacerlo. Eso me salvó; si no, me hubiese infartado. Para distraerme miraba comedias. Nada de policiales. Es más, aparecía «El Marginal» y me hacía mal. No la podía mirar.

¿Le han gritado «asesino»?

-Me han gritado muchas cosas. Pero mucha gente me apoyó. Pero no soy un héroe ni un justiciero. Sé que lo que pasó me acompañará para siempre. Será un dolor que voy a cargar hasta mi último día. Creo que Dios me perdonó.

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