«No debería pasar nada raro», decían entrada la tarde en la cúpula del PRO.
Por las dudas, desde Casa Rosada avisaron desde temprano que la cena quincenal entre los principales dirigentes del macrismo, que tiene lugar en el departamento porteño del piso 20 de Cristian Ritondo, se pasaba para la semana próxima.
«Iba a quedar como una contra cumbre», explicó a Infobae uno de los funcionarios que se sienta en esa mesa, un rato antes de que Alfredo Cornejo, titular del radicalismo, exigiera en Parque Norte mayor apertura, diálogo, tolerancia, y menos «extorsiones» al gobierno. «Lo esperable. Ahora hay que seguir», pronosticaban anoche en la Casa Rosada.
El Gobierno siguió con atención durante todo el día la convención radical, que pasadas las 20.00 ratificó la pertenencia en Cambiemos y abrió un canal de negociación -vía «comisión»- para ampliar la base electoral y la toma de decisiones. Cornejo fue exacto y contundente: sin modificaciones en el diseño de la política oficial, Cristina derrota a Macri y vuelve el populismo.
El PRO ahora se alista para negociar con sus aliados la conformación del frente electoral y el cierre de listas. La Casa Rosada está dispuesta a escuchar ofertas por la vicepresidencia, «mientras reúna ciertas condiciones» políticas, remarcaban anoche en las cercanías de Macri. Y ratificaban sin dudar: «Mauricio tiene la última palabra».
El Gobierno siguió la convención durante todo el día a través del WhatsApp. Marcos Peña y Rogelio Frigerio fueron de los más activos. El ministro del Interior, de hecho, recibió a última hora en su despacho al gobernador Gustavo Valdés, de Corrientes, del sector más conciliador. Ausente con aviso -tenía desde hace tiempo pautado un viaje por Europa-, Enrique «Coti» Nosiglia, inoxidable operador radical, monitoreaba las negociaciones desde su teléfono. Los últimos días, dirigentes de uno y otro partido se cruzaron en intensas conversaciones.
Macri fue uno de los últimos en abandonar Balcarce 50: sucedió cerca de las 18.30, cuando la discusión de Parque Norte entraba en su etapa final. Unos minutos después bajaba Gabriela Michetti por la explanada de la calle Rivadavia, quien todavía está en carrera como eventual acompañante del presidente a la búsqueda de la reelección.
Para el Gobierno, el encendido discurso de cierre de Cornejo era esperable, a pesar de que acentuó la necesidad de «corregir los errores políticos garrafales» y le pidió a Macri que sea «tolerante con las diferencias» y que respete al «radicalismo nacional». Una frase de Cornejo impactó en el primer piso del Gobierno: «Qué dejen de extorsionarnos con que no podemos hablar en público por las diferencias que tenemos», disparó.
Pasada la convención, desde la cúpula del PRO decían que ahora será el turno de la discusión electoral, en la que el macrismo querrá llevar la voz principal. Aunque en el entorno presidencial resaltaban otro dato: con el dólar estable, y el congreso radical atrás sin mayores chispazos, los trascendidos en torno a la candidatura del jefe de Estado empiezan a sepultarse por completo. Eran versiones que todavía tenían a maltraer a Macri y a su círculo más íntimo.
¿Puede Cornejo ser candidato a vicepresidente? ¿Y Martín Lousteau? ¿Mario Negri? ¿O Ernesto Sanz?
El perfil de los dos primeros no parece convencer del todo a Macri. Más allá del coqueteo, al PRO nunca le agradó la salida del economista y ex ministro K de la embajada en Washington, y el desafío abierto desde la gira asiática del último verano de convocar a elecciones primarias. Tampoco es del agrado de Elisa Carrió, que volverá el sábado de una gira por el interior del país.
En el caso de Cornejo, para Macri directamente no es de fiar. Negri tiene un buen vínculo con el Presidente y con su jefe de Gabinete. Sanz volvió a sonar como una opción, aunque en privado le avisó a sus colaboradores que estaba «retirado».
Tras la convención radical, en Gobierno se marcó la cancha para negociar con la UCR: nuevo método para fijar políticas de Estado, la posibilidad de integrar la formula presidencial con Macri a la cabeza y una integración equilibrada de las listas parlamentarias. Ni más, ni menos.
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