Acaba de terminar de rodar Sola, la película que protagoniza y en la que se lanzó como productora junto a su pareja, Fabian Mazzei, y sus amigos José Cicala y Griselda Sánchez. «Este proyecto empezó hace un año —revela Araceli González—. Hicimos un teaser con José sobre una serie policial, lo presentábamos en distintos lugares y nos rebotaban porque éramos una productora nueva».
No importó que la cara fuera ella, y sus años de experiencia en el medio. «Gustaba el proyecto, pero estamos en un momento del país bastante difícil como para poder afrontar otros proyectos». En paralelo, Sánchez —ex Gran Hermano— durante su embarazo soñó algo que a todos les gusto, y vieron la posibilidad de convertirlo en película.
«Lo que había soñado era algo muy fuerte. Empezamos a hacer el libro», cuenta Araceli. «Nunca íbamos a imaginar que a los siete meses iba a estar yo sentada acá, con, vos presentándote en el fin del rodaje de la película. Son esas cosas que yo creo que nacen como angeladas», reflexiona la actriz, que recibió a Teleshowen el set de filmación ubicado en el barrio de Villa Crespo.
—Hicieron una apuesta muy importante al producirse ustedes mismos en un momento muy complicado.
—Sí, porque me parece que el sueño de cualquier actor es poder producir sus propios proyectos y trabajar con la gente que realmente quiere trabajar. Para nosotros, estar hoy acá es un sueño.
—Vos ya habías pasado, en otro momento de tu vida, por el hecho de poner dinero y fundar una productora.
—No, yo aposté a un amor, a un proyecto de una persona que amaba muchísimo. A mí me seducen las personas que todo el tiempo están en busca de cosas nuevas. A mí, lo que no me seduce es el ser humano que se paraliza.
—Ahora tiene que ver con vos la productora, es un proyecto propio.
—Sí, es la primera vez que lo hago. En ese momento una apostaba al proyecto de la persona que amaba. Y en este caso es un proyecto en conjunto de cuatro personas que nos queremos y nos respetamos mucho. Obvio, es otra responsabilidad. Y también me da muchísima felicidad.
—¿Cómo fue trabajar con la familia? Fabián me dijo que tuvieron algunos días bravos.
—Estuvimos peleados casi un mes (risas). Cuando se trabaja en familia todo va a la casa. Se nos sumaba que llegábamos muy tarde, que estábamos cansados, alguna complicación del día, o no haber cumplido con el plan, todas estas cosas que uno las sabe porque está en el día a día de la producción; entonces, ahí entraban esas charlas. Pero gracias a Dios las discusiones con mi marido son discusiones dentro de lo laboral tranquilas, no llegan a lugares máximos.
—Tuviste un episodio a principio de año con el feminismo. ¿Cambió durante este año con tu mirada del tema?
—Yo no tenía una mirada en contra del feminismo. Es importante que me lo preguntes. Si hay alguien que es feminista en esta vida soy yo, en todo lo que fui haciendo. Me lo enseñó ese matriarcado hermoso que tengo como familia, que ahora me pasó la posta mi madre a mí. Vengo de un matriarcado increíble, de mujeres muy fuertes, vulnerables, que van al frente, que defienden su dignidad, con una escala de valores intachables. Eso es parte del feminismo: defender mi dignidad. Soy una persona que está a favor de la denuncia, no estoy a favor de la violencia. En ese momento, cuando me preguntaron, todo estaba muy revuelto y muy mezclado y no estaba muy claro cómo estaba posicionado el feminismo acá; entonces no tenía muy claro dónde pararme. Pero soy feminista a muerte. Lo demuestro en mi vida, en mi día a día, en cómo me manejo, en cómo crié a mi hijo, en cómo crié a mi hija, en lo que he trabajado y en lo que he respetado mi dignidad. Esa es la base del feminismo: respetar nuestra propia dignidad.
—Me parecía interesante preguntártelo casi un año después…
—Porque no hice más prensa. Quedé muy dolida porque si hay alguien que es feminista soy yo, pero no porque me ponga una bandera sino por cómo me manejo en la vida.
—¿Qué te pasa con todo lo que está generando el movimiento en la Argentina? ¿Como ves todo lo que está pasando?
—Me parece muy bien. Si todo es dentro del marco de la denuncia yo estoy a favor. Tengo terror: a veces, el silencio mata. El silencio es terrible. Denunciar nos protege a todas. Eso es algo fantástico: atreverse, empezar a hablar, tiene mucho valor.
—Y sentirnos acompañadas, ¿no?
—Sí. Y también hacernos cargo de ayudarnos entre nosotras. A veces cuando uno ve algo tiene miedo a denunciar, y me parece que eso también hay que hacerlo. Yo lo hubiese hecho también.
—¿Falta caer mucha gente?
—Estoy muy asustada de lo que voy a escuchar porque es gente del medio al que yo pertenezco. Y también es esa parte que entristece cuando el ser humano oculta esas cosas. Estoy un poco movilizada con todo, estoy esperando que estas mujeres hablen; quiero sacar mis propias conclusiones. Y quiero ser parte. O sea, me parece terrible. Tengo 51 años y he crecido con ese miedo siempre: el miedo a que te rapten, a que te toquen en la calle, a que te hagan algo, el miedo a correr.
—El transporte público.
—He tenido infinidad de violencia de que me hayan tocado arriba de un tren, arriba de un colectivo. Correr en la calle. Uno creció en un barrio y esto sucedía; y nosotros crecíamos sabiendo que esto nos podía suceder.
—Te pasó, así, en un colectivo o en un tren te han tocado.
—En el colectivo, mil veces. Me pasó en la calle, en dos oportunidades. En una tenía 9 años, me había mudado recién a un barrio y tenía que ir a comprar, y me acuerdo que me corrieron y me asusté mucho. Corrí muy fuerte. Y me acuerdo que me daba miedo decírselo a mi mamá. De hecho, se lo dije ya grande a mi mamá. Otra, a los 5 años: una persona me manoseó en varias oportunidades y yo no entendía qué era. Y también se lo dije a mi mamá ya muy grande. Crecimos en una sociedad donde nos daba vergüenza decir lo que nos pasaba. Temíamos a lo que nos podían decir; yo sé de eso también. Uno crece así, y cuando tuvo una hija mujer lo primero que hacía era hablar mucho sobre ese tema, protegerla desde ese lugar y estar muy presente también.
La denuncia. Esta entrevista debe desdoblarse. Porque hasta aquí, las palabras de Araceli González sucedieron horas antes de que Thelma Fardín acercara su valiente denuncia por violación contra Juan Darthés. Y era necesario reabrir el reportaje para que Ara comunique su postura.
—¿Cómo viviste la denuncia de Thelma Fardín a Darthés?
—Estuve en shock, esa es la sensación. Ver a una criatura, porque para mí es una niña, puede ser mi hija, hablando de algo tan desgarrador… pienso en todo. Pienso en esa criatura, pienso en las mujeres, pienso en las mujeres que no son visibles y padecen esto todos los días. Este es un momento de verdad muy importante respecto de la unión de las mujeres, de un modo constructivo, y con la decisión de ayudar todas a todas y entre todas.
—Es muy angustiante el relato de Thelma, es muy terrible.
—Es muy terrible.. Eso también repercute en mí porque a mí también a los 5 años me bajaron mi bombacha. Hay algo dentro mío que me toca, un punto desgarrador mío.
—¿Cómo no entenderlo?
—Lo que le decía a mi marido: es para mí todo es un tema. En un momento, cuando estuve en la mesa de Mirtha Legrand en enero de este año, todos defendían a Cacho Castaña (por sus dichos sobre la violación) y yo dije que de ninguna manera hay que defender a Cacho Castaña porque, aunque sea público, estaríamos defendiendo algo que dijo que es un horror. Nadie se puede relajar ante la violación y gozar.
—Aunque Darthés lo niega, no dudás del relato de Thelma.
—Yo no dudo de ningún relato de una mujer que habla de una manera tan desgarradora. Para mí es válido, para mí es desgarrador. No, no dudo.
—De hecho, quienes originalmente apoyaron a Juan Darthés en todas las denuncias, ahora se disculparon.
—Hay algo que también hay que aclarar: a mí me están poniendo como que yo apoyé a Darthés.
—No me refería a vos: Sebastián Estevanez se disculpó, Eva de Dominici…
—La China Suárez también se disculpó. Mariano Martínez. Cuando a mí me preguntaron por Juan cuando sucedió lo de Calu Rivero, la pregunta fue directa, concreta, contundente: «¿A vos, con Juan, te pasó algo así?». «No». No puedo decir que a mí me pasó algo cuando no me pasó. Y después, seguido, yo dije: «Pero si alguna mujer le pasó, está bien que lo denuncie, tiene que denunciar». Yo te juro que estoy en shock. Pienso en todo. Pienso en esa nena, porque para mí es una nena. Pienso en sus hijos (por los de Darthés), que son jóvenes también. Y pienso que también en este medio son muchas las situaciones que han ido desde el destrato a la falta de respeto, al abuso, y a este colmo que es violar a una menor.
—¿Teníamos que llegar a este punto para abrir los ojos? ¿Tiene que una mujer contar de forma tan desgarradora lo que vivió para que abramos los ojos?
—No. Y ruego que esto sea el comienzo de un montón de cosas que hay que denunciar. Porque hay que denunciar también, atreverse a denunciar las que saben sobre los más poderosos. En nuestro medio son muchas las situaciones. Es un gran indicador de esta vista gorda, de la complicidad y del autoritarismo de un medio de hombres donde la mujer siempre ocupó un lugar desvalorizado. De manera abierta o solapada, siempre fuimos desvalorizadas.
—¿Faltan caer?
—En este medio se sabe todo, pero se dice lo que se quiere decir. Es el momento, de verdad, de sacar la máscara de mucha gente. Y ahora sí es ayudarnos entre todas, pero de verdad, de verdad… Y oír también a la que está diciendo algo contra alguien que es poderoso, y exponer si fuera necesario.
—Que caigan todos los que tienen que caer.
—Ahora sí. Ahora no quiero nada a medias, ahora quisiera la verdad total. Ya no es uno, son muchos. Ahora, yo también quiero ser parte de esto. Ser parte significa escuchar y poder denunciar y poder ser parte de la denuncia de otras. Yo no tengo miedo a denunciar si tuviese que denunciar a un poderoso. No tengo miedo.
—¿Y estás dispuesta a acompañar a la que necesite ser acompañada?
—Totalmente, totalmente. Soy mujer, cuido mi género, amo mi género. No importa si te subís al colectivo de Actrices Argentinas, si te subís al colectivo de un grupo de feministas; no importa, ya no hay bandas. Somos las mujeres.
—¿Qué creés que va a pasar con Darthés?
—No sé. Nadie puede vivir con algo así. No lo sé. Ya tiene la peor, que es la (condena) social. Esa es la condena. Cuando una criatura dice: «Fui violada». Nadie puede salir de ese foco.
Ficción y realidad. Regresemos a la carrera de Araceli. Y también a otra faceta suya: la maternidad. «Cuando falleció mi mamá sentí que toda mi vida trabajé para ella. Entonces me hizo un vacío muy grande. Cuando veo a mis hijos que me acompañan hoy, que están conmigo… Uno va transmitiendo con el ejemplo, no transmitís de otra manera. Sí, también tengo un vozarrón muy fuerte que los cago a pedos mucho», dice —orgullosa— sobre Florencia Torrente y Tomás Kirzner.
—Estamos terminando un año los argentinos complicado, ¿cómo nos ves?
—Todos estamos con la soga en el cuello. No me gusta hablar de política; yo puedo hablar solo de lo que veo en lo cotidiano en lo social: están todos asustados. No voy a decir una novedad: la gente está asustada, tiene miedo, tiene inseguridad. Va bajando su nivel económico para subsistir, y está tocando en todos los sectores.
—¿Sabés que la ex mujer del chofer Oscar Centeno quiere que hagan una miniserie sobre su vida y que vos la interpretes?
—Sí, me lo mostraron. Mi vida tiene un montón de desafíos, puede ser que me toque protagonizar esa película. Cuando me lo comentaron dije: «Bueno, perfecto». Y después me enteré de toda la historia, que fue algo terrible.
—Es que la realidad en la Argentina supera la ficción muchísimas veces, que un chofer fuera escribiendo en un cuaderno una bitácora de cómo se llevaban las coimas o que otro revoleara los bolsos…
—Pero nosotros estamos como acostumbrados a vivir así. ¿No te diste cuenta de eso? En este momento, en Francia aumentaron la nafta y están incendiando todo.
—Nosotros tuvimos cinco o seis aumentos en el año.
—Ya estaría en llamas nuestro país. Creo que nosotros estamos acostumbrados a lidiar con esto. No sé cuáles son las causas de estar en esta situación así, yo no tengo una explicación ni política ni económica, solo puedo darte una explicación social. Y me duele mucho que mi país esté tan dolorido.
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