Mató a un joven de 21 años para llevarse su moto. El medio Infobae reveló el escándalo de las coimas policiales hace un mes. ¿Jueces y fiscales conocían las maniobras?
«En el pequeño mundo en el cual los niños viven su existencia, no hay nada que se perciba y se sienta con tanta agudeza como la injusticia», escribe Charles Dickens en Grandes Esperanzas. Esa fuerte percepción de injusticia se aplica también a los adultos. «Lo que nos mueve, con esa razón suficiente, no es la percepción de que el mundo no es justo del todo, lo cual poco esperamos, sino que hay injusticias claramente remediables en nuestro entorno que quisiéramos suprimir», aporta el premio Nobel de Economía, de nacionalidad india, Amartya Sen, en su libro La idea de la justicia. Los argentinos, parecemos resignados a aceptar que eso no sucederá.
«¿Por qué te asesinaron a vos?»
Créame lector que es necesario echar mano a estas reflexiones para intentar introducir la trágica historia de inseguridad que nos convoca; un triángulo donde se macera corrupción, decadencia, inoperancia y desidia, entre jueces, fiscales, abogados y policías que da como resultado el homicidio evitable de Rodrigo Javier Zalazar, un joven de 21 años que recibió un tiro en el abdomen hace un puñado de horas, en la calle 800 y Central, a cuadras de Villa Puerta de Hierro, en el partido Bonaerense de La Matanza.
En las redes sociales, sus dolientes describen que hasta el fogonazo que le perforó los intestinos, era «un pibe sano» que «no se metía con nadie». Que siempre tenía una sonrisa a flor de labios. Lo recuerdan como «un pibe con chistes que estarán siempre presente en los corazones de todos sus amigos y familia».
Casi todos los requiems virtuales terminan con una frase insistente, pero no por eso menos sentida: «Dios te tenga en la gloria, que en paz descanses hermano».
Pero también con una pregunta lacerante: «Por qué te tuvo que pasar a vos».
Hay una contestación. Pero no es oficial y que es muy posible que, como en la inmensa mayoría de estos casos, quedará sin respuesta porque por una razón u otra, el poder, por más marginal que sea, está detrás.
El presunto matador -porque aún no fue condenado- no debía caminar por las mismas calles que su víctima, sino estar encerrado ya que había sido detenido y liberado, después de pagar sobornos, aunque sobre él pesaba un pedido de captura desde un año antes por traficar estupefacientes y portar arma de guerra.
Un asesino que sobornó policías
Todas las muertes, y máxime las violentas, son incomprensibles. La mayoría de ellas también anónimas. Como la de Rodrigo Javier Zalazar.
Pero, en este caso, hoy se hace pública por una carambola periodística. El presunto criminal se cruzó de manera involuntaria, en apenas cuatro semanas en dos investigaciones de Infobae.
El supuesto homicida, que ya está a disposición de un juez -como lo estuvo en al menos otras dos oportunidades-, es el mismo delincuente que hace un mes Infobae denunció por sobornar a oficiales del Destacamento Malvinas, en el partido de Esteban Echeverría, donde estaba detenido para que le bajaran la calificación de la fechoría que había cometido en el «Parte Preventivo», y que debe realizarse de manera expeditiva y ser elevado sin dilaciones a la fiscalía de turno, para poner en funcionamiento la supuesta balanza de la justicia.
Justicia, uno de los tres Poderes del Estado, independiente de los otros dos, y que debería velar por las garantías constitucionales de los imputados; pero sobre todo por los derechos de reparación de las víctimas castigando a los responsables.
Algo que en esa repartición se intentaba evitar tal como quedó demostrado en el sumario abierto por la Dirección de Asuntos Internos, a cargo de Guillermo Berra, motivo por el cual están a punto de ser exonerados los tres oficiales involucrados en la maniobra.
Zalazar murió el pasado 15 de junio, en una cama de terapia intensiva en el Hospital Alberto Balestrini de La Matanza, después de ser operado pero la pérdida de sangre y el compromiso de sus órganos vitales eran tan importantes que «fue desmejorando hasta que se produjo su deceso», según se lee en el frío informe de la Comisaría de Ciudad Evita.
Según la instrucción policial de la DDI de La Matanza, el joven habría fallecido por el salvajismo de «El gordo León», un conocido delincuente de la zona vinculado al tráfico de drogas y robo de autos; cuyo nombre legal es Gabriel Ángel Danesse, de 24 años, le disparó a quemarropa para quitarle su moto Honda color rojo furia.
El plomo que quebró su vida se produjo exactamente 27 días después de salir caminando por decisión judicial, del Destacamento Malvinas después de pagar el soborno.
Esto fue posible porque el fiscal y el Juez de Garantías de Lomas de Zamora que intervinieron en la detención del ahora presunto criminal -había sido arrestado cuatro días antes, el 14 de mayo durante un control policial en Monte Grande por conducir un auto con pedido de secuestro; y presuntamente con estupefacientes y un arma de fuego-.
El pasado 30 de mayo Infobae informó de manera exclusiva que oficiales del Destacamento Malvinas, fueron separados de sus cargos, por una investigación de la Dirección General de Asuntos Internos (DGAI) que comprobó que al menos tres efectivos de esa repartición, ubicada en la calle Oliver 450, les cobraban a los delincuentes abultadas coimas para beneficiarlos judicialmente bajando sus imputaciones pero también dilatando la comunicación de las detenciones a las fiscalías no solo para cobrar la plata sucia, sino para que sus abogados -despectivamente denominados saca presos- , les armen coartadas con testigos falsos y hasta aconsejar -junto a los policías corruptos- al reo y sus familiares cómo debería declarar en sede judicial.
La pareja del presunto asesino de La Matanza fue tan sola una de las personas que había pagado 15.000 pesos, de los 20.000 solicitados para que Danesse ingresara en ese aceitado mecanismo deshonesto.
La causa, contra los numerarios del Destacamento Malvinas se inició por una grabación a la que accedió Infobae en la que quedó reflejada la inconcebible maniobra.
En el audio –publicado por este medio– se escucha claramente cómo el policía de guardia cuenta el dinero, llega a los quince mil pesos y se queja ante la mujer porque faltaban cinco mil.
En una segunda grabación, también realizada con un celular, otro uniformado le explica a la joven como declarar ante la fiscalía en la cual tramitaba su causa, y le aseguraba, sin sesgo de duda, que su pareja saldría «en pocos días» del calabozo porque «solo va a quedar firme el delito de ‘encubrimiento’ por conducir el automóvil robado» una semana atrás en la localidad de Lanús.
En el audio no se escucha, pero queda implícito que el Parte Preventivo ya no hablaba ni de arma ni de drogas. Tal como le habían prometido a cambio de los 20.000 pesos.
Cuando Asuntos internos allanó la dependencia, tampoco encontró estos elementos -que bien se podrían haber hecho desaparecer- pero sí constataron que la «comunicación de la policía a la fiscalía sobre la situación de Danesse fue tardía y defectuosa, un hecho administrativo muy grave», según la visión que expresó ante Infobae el Auditor general Berra, un abogado que depende del ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Cristian Ritondo.
Si fiscal y magistrado conocían la modalidad extorsiva y corrupta con la que actuaban los hombres de chapa y pistola de la comisaría, al menos por ahora Infobae lo desconoce.
Sin embargo, documentación a la que accedió este medio demuestra que el Juzgado de Garantías Número 2 del Departamento Judicial de Lomas de Zamora (Descentralizado Esteban Echeverría) solicitó la «Libertad Urgente» de Danesse, el 18 de mayo de 2018 (una vez más, 27 días antes que el joven de 21 años sea presuntamente asesinado por el malviviente) a pesar que, tal se lee en la documentación oficial del expediente un «informe del Registro Nacional de Reincidencia -informa- que el imputado posee PEDIDO DE COMPARENDO COMPULSIVO por parte del TRIBUNAL EN LO CRIMINAL NÚMERO 2 del DEPARTAMENTO JUDICIAL LA MATANZA en los autos LM-540-2017 en orden al delito de homicidio».
Por motivos que hasta ahora ninguna fuente oficial vinculada a las tres causas que Danesse tiene abierta en la justicia bonaerense, el ahora presunto homicida, también fue puesto en «URGENTE LIBERTAD» teniendo un «PEDIDO DE CAPTURA ACTIVO DEL JUZGADO DE GARANTÍAS NÚMERO 2 DE LA MATANZA», a cargo del juez Raúl Ricardo Alí.
Se trata del mismo magistrado que el 7 de noviembre pasado declaró ante la radio de la Universidad de La Matanza que: «La justicia está en deuda con la sociedad» y que «si esta no le sirve a la gente o tiene alguna consecuencia negativa en la sociedad, esta ley no sirve».
Por qué razón el pedido de captura del juez Alí no fue tenido en cuenta por la fiscalía y el juzgado de Lomas de Zamora, es un evento que se debería investigar en profundidad ya que Danesse debería haber sido puesto a disposición del magistrado de La Matanza que ordenó su captura -y así consta en el sistema informático- por los delitos de «tenencia ilegal de arma de guerra y coautor del delito de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización» al integrar presuntamente una banda narco que opera en la Villa Puerta de Hierro, ubicada en Isidro Casanova, en La Matanza.
También el Director General de Asuntos Internos del ministerio de Seguridad debería esclarecer la razón por la cual otros funcionarios del Destacamento Malvinas, más allá de los separados por recibir presuntos sobornos, tampoco advirtieron al fiscal de la causa que el preso VIP tenía un «pedido activo de captura».
La cueva del «León»
«El gordo León», después de disparar contra su víctima para robarle la moto, estuvo prófugo varios días hasta que bajo la orden del fiscal de La Matanza, Fernando Garate, y con la colaboración de los denominados GTO, los antiguos «servicio de calle» de las comisarías, y de los efectivos de la DDI de ese distrito, lo encontraron en un mugriento aguantadero de Puerta de Hierro, un territorio abandonado y arrasado por el consumo de «pasta base».
Las estadísticas marcan que allí se venden droga en un tercio de las casas, y los informes de las asistentes sociales que llegan a los Juzgados de Familia aseguran que en esa villa los jóvenes viven y mueren en un círculo vicioso, roban o se prostituyen para poder consumir.
En el lugar, los investigadores también descubrieron que Danesse se manejaba con otro auto robado.
El detenido acusado de haber asesinado a Zalazar no debería haber estado suelto, sino entre las rejas de un calabozo o de un penal bonaerense, pero ahora quién se lo explica a sus seres queridos.
Y si alguien lo hiciese, de qué les serviría si los casos Zalazar, a los que les arrebatan la vida bandidos que se entienden omnipotentes e impunes; en vez de purgar condena, ni siquiera son encerrados más de un par de días, y después son beneficiados con «URGENTE LIBERTAD» porque algunos funcionarios públicos que deberían hacer pesar los valores de la justicia, para los inocentes asesinados, transforman la venda de imparcialidad de la estatua de la justicia, en un parche pirata y la balanza de la equidad en una báscula para pesar los billetes de la corrupción.
La figura de la «Dama de la Justicia», está asociada al sistema legal y a los principios de justicia e igualdad.
Los letrados les explican a sus alumnos universitarios que la estatua de la Justicia se inspiró en la diosa griega Themis que significa orden.
Quién, desde la moral y la ética, podrá explicarles a los cientos de hermanos, padres, madres, hermanos, amigos de los Zalazar, que orden y justicia es lo que falta.
Una manera, tal vez nimia, de comenzar a saldar alguna de estas deudas sería hurgar, sin corporativismo entre todos los auxiliares del maltratado sistema judicial y criminal argentino, por qué razón Gabriel Ángel Danesse, domiciliado en el Barrio Policial, de Monte Grande, y nacido el 5 de julio de 1994, estaba en libertad y si eso se llegase a descubrir, que las culpas sean purgadas al menos para secar algunas lágrimas.
«A veces se dice que la justicia no es en absoluto una cuestión de razón, sino de tener la sensibilidad apropiada y el olfato adecuado para la injusticia», cae en la tentación de decir el Premio Nobel Amartya Sen, en su libro «La idea de justicia», ojalá fuese tan simple.
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