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Crimen de Marito Salto: Los cabos sueltos que dejó la justicia

Por Juan Pablo Suárez

Hace casi un año, nuestro medio recibía información (de una fuente indiscutible) según la cual la tercera jueza interviniente en la causa “Marito Salto”, Rosa Falco, había realizado una recorrida por la represa (último lugar en el que se vio con vida al pequeño), ocasión en la que misteriosamente después de meses de rastrillajes de la policía, habían aparecido una serie de objetos (velas, cintas, imágenes) que la obligaban, al parecer, a iniciar la senda investigativa del crimen ritual. Nos sonó raro, muy raro.

Efectivamente suena extraño, sobre todo si pensamos que esa zona ya había sido motivo de todo tipo de medida en recolección de las pruebas, por allí había pasado el grupo de canes locales y la policía de la provincia actuó en el lugar con jornadas interminables y repasos exhaustivos. Medidas que le fueron (y le son objetadas) al ex juez Moreno cuya teoría nada tiene que ver con el “realismo mágico” ni el satanismo, ya que el entonces magistrado proponía (según sus escudriñamientos) una teoría mucho más mundana “PODER, DROGAS Y MENTIRAS”. Así podríamos intitularla si se tratara de una obra cinematográfica o teatral.

La explicación como por arte de magia

En el mes de diciembre nuestras sospechas, advertidas por el informante, se hicieron realidad y llegó a la provincia José Miceli, licenciado en Antropología, especialista en Etnología y Etnografía, director del Gabinete de Investigaciones Antropológicas, que posee además un posgrado en Criminología y su esposa Silvia Ríos, licenciada en Ciencias Sociales y Humanidades y Museóloga, quienes al decir de los medios oficialistas llegaron a la conclusión de que lo de “Marito” había sido un crimen ritual (palabras más, palabras menos) que al parecer había sido ofrecido cómo sacrificio por las características del niño. En consecuencia, la “Unidad K9” de perros de la provincia de San Luis llegó a Quimilí y con olfato pasmoso se dirigieron a la casa de quienes conformaban la secta criminal, una familia completa conformada por ambos progenitores y sus hijos que con los detenidos anteriores alcanzaban una cifra de siete. Listo, “palo y a la bolsa”, se terminó el espectáculo, cada uno a su casa y aquí no ha pasado nada, crimen resuelto.

Pruebas de un engaño colectivo

Lo que omitió decir Miceli es que trabajaba para esta provincia al menos desde el mes de junio (antes de su sorpresiva irrupción en los mass media locales en el mes de diciembre), según el mismo lo dice en una entrevista que brindada al medio “Norte de Corrientes” www.nortecorrientes.com y aquí es donde presentamos las pruebas de lo que decimos. Otro detalle curioso es que omite decir en nuestra provincia (o lo hacen omitir) es que el caso “Ramoncito” un crimen con características casi idénticas a las de “Marito” tiene que ver con “La narcoreligión: invocan al señor la muerte para proteger la criminalidad” esa fue su definición, según reza el título que reproducimos de manera textual. Es decir ¿el caso “Ramoncito” tiene que ver con cuestiones de narcotráfico, pero el de “Marito” no? Pues así parece.

El silencio que sobrevino al conveniente esclarecimiento es temerario, las marchas llegaron a las 100 con una teoría que parece ser aceptada por todos, pero nuestra obligación es repreguntarnos a nosotros mismos en busca de una respuesta real o, aunque más no sea, un poco más verídica que la propuesta por la justicia local que cierra y saca del centro de la escena al poder ejecutivo, a funcionarios y parientes de los mismos metidos en una trama narco. ASÍ QUE SEÑORES, LA CUESTIÓN ESTA PLANTEADA, SAQUEN USTEDES SUS PROPIAS CONCLUSIONES.

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