En el comienzo de una nueva campaña para oponerse a la legalización del aborto tras el anuncio del presidente Alberto Fernández de que se apresta a enviar un proyecto al Congreso, la Iglesia no solo reafirmó este domingo enfáticamente su postura, al afirmar que “no es lícito eliminar ninguna vida humana como afirma nuestra Constitución”, y decir que “millones de argentinos y argentinas, creyentes y no creyentes, tienen la profunda convicción de que hay vida desde la concepción”. Sino que a la vez salió al cruce de conceptos del primer mandatario, quien el 1° de marzo, cuando anunció la iniciativa legal ante la Asamblea Legislativa, había dicho que es “hipócrita” oponerse a la interrupción legal del embarazo, y del ministro de Salud, Ginés González, que acusó a quienes se oponen de ser “antiderechos”, al afirmar que esos calificativos son “dolorosos e injustos”.
Fue en la homilía de una misa frente a la basílica de Luján –el principal santuario católico del país- que convocó la Iglesia ante la decisión del primer mandatario de ponerse al frente de un nuevo intento para que el Congreso apruebe la legalización del aborto luego de que en 2018 el Senado rechazara por siete votos un proyecto similar tras la media sanción de la Cámara de Diputados.
El oficio religioso fue presidido por el titular del Episcopado, monseñor Oscar Ojea –quien tuvo a su cargo la lectura de la homilía-, y concelebrado por numerosos obispos.
«Millones de argentinos y argentinas, creyentes y no creyentes, tienen la profunda convicción de que hay vida desde la concepción y que una persona distinta de su madre va desarrollándose en su seno. Es injusto y doloroso llamarlos antiderechos o hipócritas«, afirmó monseñor Ojea.
Esta réplica a la afirmación del presidente -que fue implícita porque no fue nombrado- era previsible dado que había caído muy mal entre los obispos “el tono épico que utilizó”. Al igual que el concepto del ministro de Salud -que tampoco fue mencionado-, que suele ser muy crítico de la posición de la Iglesia.
Bajo un sol abrasador y una temperatura que seguía subiendo a medida que se acercaba el mediodía, miles de fieles –entre los que se contaban grupos de diversas provincias- siguieron la celebración desde la plaza y parte de la avenida de acceso.
La misa fue en coincidencia con el Día Internacional de la Mujer, bajo el lema “Sí a las mujeres, sí a la vida”. La elección de la fecha quiso ser un mensaje de que la Iglesia no se opone a las reivindicaciones de las mujeres, pero al mismo tiempo decir que el aborto legal “no es un derecho”.
De hecho, Ojea afirmó que “venimos a pedir por todas las mujeres, para que se respete su vida, su integridad y sus derechos, superando todo tipo de exclusión”. Al tiempo que sostuvo: “Deploramos con todas las fueras de nuestro corazón la crueldad de los femicidios y todo tipo de violencia y discriminación ejercida contra las mujeres”
Los obispos también condenaron “el abuso en todas sus formas, sexual, psicológico y de poder, cualquiera sea el ámbito en el que se produzca: en la familia, el trabajo, la escuela, la calle y, dolorosamente lo decimos, también en la Iglesia», en referencia a las violaciones de menores cometidas por miembros del clero.
“Reconocemos en esta eucaristía nuestro compromiso de desterrar de entre nosotros una cultura que pueda favorecer el encubrimiento y cualquier tipo de silencio cómplice ante este delito”, dijo Ojea en alusión a la costumbre de tapar y trasladar a los clérigos acusados que hubo en la Iglesia. Hasta que en 2002 comenzaron a destaparse estos casos en varios países y la institución empezó a tomar medidas, denunciándolos ante la Justicia, expulsando a los culpables y separando a los encubridores.
Pero la cuestión central fue el aborto y los obispos comenzaron en la homilía por cuestionar que el Gobierno haya priorizado la legalización del aborto frente a la situación social y por considerar que es un tema que “enfrenta” a los argentinos.
En ese sentido, Ojea dijo que en lo social “vivimos una situación extremadamente delicada. Hoy nuestro país tiene altos niveles de pobreza e indigencia. Para dar un solo dato en la Argentina hay por lo menos 4.400 villas o barrios precarios. En ellos casi la mitad de sus habitantes son niños, niñas y adolescentes que necesitan alimentarse y nutrirse bien. Muchos de esos lugares no tienen agua potable y sabemos que el agua es salud”. Y redondeó: “Vivimos un tiempo donde es necesario discernir prioridades y no elegir temas que enfrenten a los ciudadanos de a pie”.
Luego cita al Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera”. Y advirtió que “la descalificación y la estigmatización no hacen más que profundizar las divisiones entre los argentinos”.
En el tramo final, los obispos afirman que apoyan “la implementación de una educación sexual verdaderamente integral que fomente y capacite la decisión libre de concebir una vida humana respetando los idearios de las instituciones educativas como afirma la ley actual”.
Finalmente, dicen que acompañan “todas las políticas sociales que favorezcan la atención a la mujer embarazada especialmente en situaciones de conflicto y de extrema vulnerabilidad”. Lo que se interpretó como un apoyo a una ley complementaria que enviará el Poder Ejecutivo de asistencia nutricional para los primeros mil días a la mujer vulnerable que quiere seguir adelante con su embarazo.
Católicos y evangélicos acordaron realizarán el domingo próximo en sus parroquias y templos una jornada de oración “en defensa de la vida desde la concepción”. En tanto que, como en 2018, las ONGs llamadas “provida” harán una marcha el 28 de este mes desde Plaza Italia a la facultad de Derecho de la UBA.
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