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Alberto Fernández y Cristina Kirchner cenaron en Olivos para acelerar la ofensiva contra Horacio Rodríguez Larreta y definir la próxima agenda económica

Acuerda la cita vía WhatsApp, ingresa a Olivos por un portón secreto y ocupa el centro de la escena con calculada sencillez. Ya tienen su lugar asignado en la mesa y en el cónclave no para de hablar. Alberto Fernández se queda en silencio cuando Cristina Fernández presenta sus argumentos políticos, baja línea ideológica, cuestiona a la mitad del Gabinete y avanza al ritmo de los tambores contra Horacio Rodríguez Larreta, su enemigo a vencer para preservar la Casa Rosada hasta 2027.

 

El rito se cumple una vez por semana. CFK llegó a Olivos a las 19.00 del 14 de septiembre. Y se fue cerca de la medianoche. Al otro día, Alberto Fernández inició la ejecución de todos los movimientos que ambos diseñaron frente a una pasta casera y un vino tinto que hizo los honores.

 

Al comienzo de su largo monólogo, la Vicepresidente insistió con una iniciativa que se estaba redactando en la Secretaría Legal y Técnica, a cargo de Vilma Ibarra. Cristina tiene un plan de acoso y derribo contra Rodríguez Larreta, y su experiencia política facilita su accionar bélico.

 

CFK sabe de memoria que Mauricio Macri incluyó en la coparticipación federal porteña los fondos para financiar el traslado de la Policía Federal, y solicitó a su estilo que se redactara un proyecto eliminando ese plus (0.92 por ciento) de las partidas que le pertenecen a la Ciudad por derecho propio.

La Vicepresidente pidió al Presidente que la nueva poda contra Rodríguez Larreta ingrese al Senado antes del fin de semana. Y así sucedió: el viernes 18 de septiembre, los deseos políticos de Cristina se cumplieron antes que los relojes de Olivos marcaran las 12 en punto.

Martín Guzmán es el ministro más ponderado por Cristina Fernández de Kirchner. Y lo contuvo cuando conoció que Alberto Fernández había decidido reducir de facto la posibilidad de comprar 200 dólares-ahorro al mes. Fue una sugerencia del presidente del Banco Central, Miguel Pesce, que explicó en Olivos que las reservas netas se evaporaban por los 200 dólares-ahorro que Guzmán pretendía mantener a rajatabla.

 

Pesce tiene diferencias técnicas con Guzmán y está apoyado por Cecilia Todesca -vicejefa de Gabinete-, Mercedes Marcó del Pont -titular de la AFIP- y Matías Kulfas -ministro de la Producción-, que consideran al jefe del Palacio de Hacienda como un freshman respecto a su conocimiento del poder real y la rosca política.

Durante la cena en Olivos, CFK defendió a Guzmán frente al Presidente, que tiene muchísimo aprecio al ministro pero que en la pulseada con Pesce laudó a favor de su viejo amigo peronista. “Al final, se pusieron de acuerdo”, dijo Alberto Fernández a Infobae para quitar dramatismo a la inesperada interna entre el Ministerio de Economía y el Banco Central.

La situación política de los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli también se trató en el cónclave que protagonizaron Alberto Fernández y la Vicepresidente. En ese momentum de la cena, el Presidente y Cristina resolvieron que la Cámara Alta rechazara de inmediato los pliegos de los tres magistrados que investigaron la corrupción kirchnerista y que un día más tarde se publicara sus desplazamientos en el Boletín Oficial.

Así sucedió. El miércoles 16, Bruglia, Bertuzzi y Castelli perdieron sus cargos en el Senado. Y un día más tarde, en el Boletín Oficial se publicaron los decretos 750, 751 y 752, que dejaron “sin efecto” sus traslados a la Cámara Federal porteña y al Tribunal Oral Federal 7.

Cerca de la medianoche, Cristina Fernández de Kirchner saludó a Alberto Fernández y abandonó la quinta de Olivos. Durante esa semana (del 14 al 18 de septiembre), los dos cumplieron su parte de la faena política. Todavía no acordaron la próxima cena.

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